La globalización también afecta a las fiestas y las tradiciones. Hemos importado celebraciones que poco tienen que ver con nuestra cultura. Y se han ido asentando a medida que la economía ha visto una fuente de ingresos en ellas. Es el caso de Papa Noel en la Navidad o de la fiesta de Halloween, de origen celta, exportada por los irlandeses a los Estados Unidos a mediados del siglo XIX, cuando tuvo lugar la crisis de la patata y la hambruna consiguiente, y traída de nuevo a Europa, revestida de las formas norteamericanas. La fiesta de Halloween, en la víspera del día de Todos los Santos, tiene claras reminiscencias climáticas. Se produce cuarenta días después del equinoccio de otoño y marca una inflexión clara hacia la temperie de invierno. Los celtas celebraban la recogida de las cosechas al final del verano, y se anunciaba la época oscura y fría del año agrícola. Los días acortan de forma rápida desde ahora y hasta el 21 de diciembre, fecha del solsticio de invierno. Perdemos luz solar a razón de 3 minutos por día. Y la noche se agranda. La sensación de frío corre acorde con esta realidad astronómica. No obstante, este año, de momento, no parece que se vaya a cumplir el refrán «Por todos los Santos nieve en los altos». A pesar del descenso de temperaturas de estos días pasados, no se vislumbra en los pronósticos ninguna bajada brusca -invernal- de temperaturas. Al contrario, esta semana suben de nuevo los registros térmicos. Este otoño de 2013 está siendo singularmente cálido. Luego nos llegará el frío de golpe.