Abussos Urbanistics, NO!

Hoy hablaré de algo que no consigo asumir, por la incoherencia que representa: la privatización de las empresas y servicios públicos. A nivel nacional, autonómico o local, en los últimos años, desde el gobierno Aznar, parece que se ha tocado a rebato, se privatizan servicios públicos que en su día se consideró que no podían dejarse en manos privadas por su trascendencia estratégica y alcance social, se privatizan monopolios estatales que por las mismas razones no debían ejercerse por el capital privado, y la lista de lo privatizable no tienen fin, alcanzando ya a servicios históricamente de responsabilidad pública, como la sanidad y la educación.

¿Qué ha motivado ese cambio de rumbo? ¿Están nuestros sucesivos gobiernos siguiendo una moda internacional, actuando como simios por mero mimetismo irracional, o simplemente es una cuestión de codicia infinita, buscando nuevas fuentes de privilegios ilimitados, a costa de empobrecer la nación en su propio beneficio y en el de sus amigos del alma?

Nos dicen que la razón de que esos servicios se privaticen es su encarecimiento, que los hace inviables con cargo al erario. En mi infinita desconfianza hacia las decisiones que toman los políticos profesionales, me pregunto si las administraciones públicas, a la hora de cubrir los servicios y suministros que se han privatizado, solo estaban condicionadas a mantener equilibrados sus presupuestos en tanto suministraban a la ciudadanía lo que de ellos se esperaba. ¿Cómo es posible que a alguien se le pueda ocurrir que una empresa privada vaya a suministrar los mismos servicios, al mismo nivel de calidad, y además cumplir con su objetivo primordial, la obtención de beneficios para repartir dividendos entre sus accionistas? A nadie, salvo a algún político idiotizado por las cámaras de televisión. Cualquiera ve que la obtención de esos beneficios habrá de salir de algún sitio: bien de una baja en la calidad del servicio, bien de la reducción de las plantillas que finalmente incidirá en una merma de la calidad.

Es evidente que el hecho de privatizar no aporta ninguna mejora. La población padece un notable deterioro en su calidad de vida, paga más caros servicios de peor calidad, suministros o productos que antaño eran responsabilidad de la administración pública. Pero por ese camino se han producido ventajas y mejoras económicas increíbles a ciertas empresas, que como bien agradecidas han facilitado retiros dorados a los políticos que se jubilan del ejercicio de mal administrar el país, políticos que no llegan a reunir meritos, conocimientos o sentido de responsabilidad suficiente como para dejar en sus manos el paseo del perro de cada cual.

No es razón para privatizar el hecho de que unas élites insolidarias acumulen riqueza, como los escarabajos peloteros acumulan mierda. Por ese camino se llegará a proponer la privatización del Gobierno, aunque quizás ya hemos llegado a ese estadio, solo hay que ver lo que el actual está legislando y a quien beneficia.