La historia valenciana nos obliga a permanecer especialmente alerta ante los episodios meteorológicos que desatan lluvias torrenciales. Las catastróficas inundaciones que sufre esta región provocan numerosos daños personales, a veces irreparables, y abultadas pérdidas materiales que comprometen mucho el presupuesto público. Por tanto, es oportuno que no bajemos la guardia. El Plan de Acción Territorial del Riesgo de Inundación de la Comunitat Valenciana (Patricova) ha sido un instrumento valiosísimo para señalar las zonas de riesgo e imponer cambios urbanísticos que evitaran las mayores amenazas. Así ha sido hasta que el dinero comenzó a escasear en la caja de caudales de la Generalitat y en las cuentas de inversión que gestiona el Ministerio de Hacienda. La falta de liquidez ha retrasado algunas obras imprescindibles para aminorar los efectos del desbordamiento de ríos y barrancos. También se ha aplazado la construcción de presas y el encauzamiento de cauces muy peligrosos. Los estudios técnicos y cartográficos, sin embargo, no se han detenido. La Generalitat ha actualizado los mapas con la aportación de la tecnología más avanzada. Los mejores especialistas de la Confederación Hidrográfica del Júcar, del instituto cartográfico y de la universidad han aportado su experiencia para enriquecer el Patricova, que ya es hoy capaz de aventurar el comportamiento de los sedimentos que transportan los ríos cuando crece su nivel. El análisis está hecho, aunque ahora nos falta el dinero para intervenir sobre el territorio.