La televisión valenciana cierra con una deuda abismal, producto de una gestión fraudulenta por la que nadie está en la cárcel. No hay juez ni fiscal ni detective privado capaz de acercarse a las instalaciones del ente público con las solapas de la gabardina subidas para investigar lo ocurrido. No le harán autopsia al muerto. Si hubiera un forense con suficiente estómago como para abrirlo en canal y analizar minuciosamente sus vísceras, comprobaría que gran parte del dinero público inyectado al cadáver perseguía fines privados. Durante lustros, Canal Nou funcionó como una agencia de propaganda del PP. Ese veneno, entre otros, fue acabando con ella lentamente. Pero hay crímenes para los que no existe castigo alguno. La cierran del mismo modo que la tuvieron abierta: con arrogancia, con impunidad, con ignominia. Tal era el estilo de Camps y tal el de sus descendientes.

„Jefe, vamos dejar sin trabajo a cientos de per-

sonas.

„Haz un comunicado, y que te salga frío, nada de sentimentalismos.

Piensa uno que podrían haber guardado un poco las formas. No sé, convocar a los representantes de los trabajadores, sentarse con ellos alrededor de una mesa, fingir incluso un poco de tristeza. Nada de eso. boletín oficial al canto, como Wert para cargarse las becas Erasmus. El boletín concebido como arma de destrucción masiva. El poder, como objeto de humillación del prójimo. La autoridad competente, como autoritarismo ineficaz. Canal Nou, como Telemadrid, son casos de libro. Demuestran cómo se puede perpetrar todo tipo de transgresiones desde despachos con moqueta y fotos de familia feliz, enmarcadas en plata, en las estanterías. Señores con corbata de seda, señoras con trajes de chaqueta de Dior, individuos e individuas que bajan y suben de los automóviles oficiales con la naturalidad con la que otros se toman el bocadillo de mortadela de media mañana. Gente toda de buena familia, de las mejores familias de Valencia. A ver quién les mete mano, a ver quién investiga el agujero. Yo se lo digo: nadie. Pero a usted no se le ocurra robar, por necesidad, una barra de pan en el súper.