El pasado jueves leía una noticia en diario Levante-EMV en la que algunos productores del audiovisual valenciano afirmaban que van a tener que emigrar a otros países o ciudades para poder trabajar.

Lo que no dicen es que ellos mismos hicieron la vida imposible a decenas de empresas de la Comunitat para poder trabajar en el sector audiovisual. Eduardo Zaplana ideó en 1995 un esquema cartesianamente pensado para concentrar toda la financiación en dos o tres productoras afines.

Iba a ser como el sindicato portuario del Nueva York de los años 50 que bien se refleja en la película de Elia Kazan La Ley del silencio. Todo el poder recayó en tres productoras ( Trivision, Indigomedia y DePalacio). Como publicó Levante-EMV, solo la empresa de Miguel Perelló recibió más de 12 millones de euros hasta 2009 en títulos como Martini Il Valenciano o Entre dos reinos sobre la vida del Padre Jofré, producido por Trivision y dirigido por el propio Perelló con 1,6 milloones de euros (Severo Ochoa, Cartas a Sorolla, Ausias March,etc ) y así hasta llegar hasta los 30 millones.

A ello hay que añadir series de TVV, programas en Canal 9, TV movies, concesiones de la Ciudad de la Luz, con escándolos como Manolote. Decenas y decenas de euros para las mismas empresas y mismas personas.

Ahora los de la Ley del Silencio se quejan que con ellos muere el audiovisual valenciano, no señores, no, el audiovisual valenciano hace tiempo que murió porque ustedes lo mataron impidiendo que creciera y se desarrollara. ¿Y el dinero? Como dicen los magos: «Nada por aquí, nada por allá, ¿Dónde está el conejo?». Dicen que «la ruina del sector nos aboca a una Comunitat de segunda división».

Hablen y laméntense. Háganse hippies, si es necesario. Seguramente comenzarán su reposicionamiento hacia una posible victoria de la izquierda, o irán a venderles humo a los dominicanos dónde han anunciado que van a producir 23 películas. Esta es solo una pequeña pieza del puzzle del audiovisual valenciano de los últimos 18 años.