Al paso que vamos, el CIS tendrá que empezar por preguntar a sus encuestados por la confianza que les merece el CIS. A los socialistas, ninguna, porque el último barómetro les augura (de nuevo) un desolador panorama electoral. Se han apresurado a hacer notar que al organismo «se le ha ido la mano con la cocina». Cocina de cuartel, la llaman. Rubalcaba, uno de los malparados aunque no tanto como Rajoy, no digamos Wert, matiza que, al paladar, el exceso ha sido de «pimienta». Intención de voto al margen, para llegar a la conclusión de que los ciudadanos no confían en sus políticos, ven en los banqueros la reencarnación del mal, empiezan a desconfiar del buenismo del papa, se les atraganta el mensaje navideño del rey y les salen los corruptos hasta de las orejas, tampoco hace falta mucha demoscopia que digamos. Y, a la luz de los símiles utilizados para valorar los datos, habrá que concluir que Chicote conecta con el pueblo mucho mejor que todas las instituciones juntas. Y encima se maneja mejor en los fogones.