El enviado especial del Consell al conflicto de Burjassot se ha reunido ya con los representantes de los trabajadores. Los empleados lo demandaron el día anterior en plena emisión, un arma que el resto de los curritos de la Comunitat con amenaza de ir a la rúe puede que no tengan. De modo que lo coherente es que le hubiesen preguntado si, a este encuentro con el presumiblemente último director general del ente, se incorporaría el Bigotes. Puesto que es el momento de poner sobre la mesa lo que no se puso cuando se debía, que sea todo. Además, acababan de abandonar el edificio funcionarios judiciales dispuestos a incautarse de documentación relacionada con la pieza de Gürtel que afecta al devotísimo que no falte de na de la visita papal. Hombre, el Bigotes y sus contactos, de querer, podrían desentrañar agujeros negros aún por difundir. En cambio, lo que hicieron los informativos fue recordarle al presidente Fabra cuando defendía la reciprocidad televisiva con el vecino catalán. Es lo malo de hacer periodismo, que le coges el gusto.

No me cabe duda pues que, en las últimas horas, se le habrá dado cancha a la embarazada alcaldesa de Alicante a la que, puede que para ir cogiendo carrerilla por prescripción facultativa, le dio por poner a parir al Ejecutivo autonómico a cuento del escaqueo pertinaz en algunas inversiones comprometidas. En vista de lo cual no es de extrañar que, en las Corts, Pedro García, secretario autonómico de Administración Pública, insista en que «las personas que están en la cúspide [por si no caen se refiere a Fabra] deben tener entrenamiento especial. Grandes deportistas y cantantes de ópera no van a ningún sitio sin su entrenador». Primero, cuidado, porque el secretario autonómico se llama igual que el director general de la tele encartado y a ver si los investigadores lo confunden. Y después, ojo, no vaya a ser que, con tanto hablar del coaching, el papa Francisco se haga carne y sea peor.