Paco Camps no quiere dejar de ser el actor revelación. Tras los vodeviles que tanto dieron que hablar, cualquier comediante con cierto aprecio por su nombre desearía alejarse del escenario. A él le cuesta y, en cuanto ve un resquicio, no duda en recordar a los cuatro vientos que sigue teniendo un papel. De hecho, cuando nadie lo esperaba, acaba de aparecer en una secuencia de Adivina quién viene esta noche. En la versión actual, Spencer Tracy es el juez Castro y, los negros, nosotros. Si recuerdan, en la original sale un cura cercano a la familia al que ésta recurre para que meta baza en la trama y ahí es donde nuestro protagonista debió verse. Sí, el ex conductor de Fórmula 1 es de los pocos que no se enteró que ese señor serio perteneciente a la Magistratura quería que declarara el domingo por escrito. Pero aquél, que solo se dejó ver para ir a misa, aseguró haber estado todo el fin de semana en casa sin que nadie le notificara nada, a pesar de que en el oficio de la policía judicial „gente de orden se supone„ figura que, además de reiteradas llamadas desde el juzgado, el sábado se desplazó a su domicilio en varias ocasiones a costa de los negros como siempre.

Ignoro si a su señoría se le pasó por la cabeza ponerse en contacto con la embajada en Londres por si el hombre más buscado se había refugiado allí, pero seguro que al embajador se le han abierto las carnes y se le han pegado los michirones observando la estampa en cuestión con lo que pasó Federico Trillo durante el juicio para lograr que pareciera que su amiguito estaba en los cabales. El que se convirtió en el presidente más trajeado de la periferia, y que ha terminado por hacer de Zaplana un tipo discreto, se delató al ponerse al teléfono para los periodistas que no son de su cofradía y a los que no ha atendido desde ni se sabe, justo al conocerse que Spencer Tracy ya no andaba por los alrededores. Qué galán está hecho. Eso sí, por mucho que le cueste renunciar a su personaje, hasta una lata de anchoas tiene más fondo.