De algunos políticos, a estas alturas, ya no se esperan grandes gestos que saneen la vida pública valenciana, pero a buena parte de los parlamentarios del PPCV sí debería exigírseles que pensaran algo más en la ciudadanía y en la imagen de la Comunitat Valenciana antes de lanzarse a una ofensiva para conseguir el indulto de un exalcalde y ex diputado autonómico del PP condenado a tres años de prisión por irregularidades en la adjudicación del servicio municipal de recogida de basuras. El espíritu corporativista mostrado por los diputados para defender a alguien que ya ha sido juzgado y condenado por prevaricación por los tribunales no va precisamente en una línea que, como venía postulando Fabra, ponga sobre la mesa una inequívoca voluntad de regeneración política en el PP de la Comunitat Valenciana. Otro paso atrás en ese sentido. Otra oportunidad perdida. Pero más allá de esta nueva muestra de las escasas ganas de algunos diputados de ayudar a que recupere la dignidad un territorio tan castigado por la corrupción y el despilfarro, hay una segunda cuestión de relevancia en este asunto: el desaire de un grupo tan numeroso de diputados hacia el presidente de la Generalitat, incluida la desafiante respuesta de Andrés Ballester cuando el propio Fabra ya había aclarado que su partido no respaldaba de ningún modo la petición del indulto para Hernández Mateo. Un desafío en toda regla que Fabra debe afrontar sin demora si quiere despejar las dudas sobre su capacidad de liderazgo dentro del partido.