Una mujer acompaña a su marido a la consulta del médico. Tras examinarlo, el galeno llama a solas a ella a su despacho y le comenta: «Su marido tiene una enfermedad muy complicada, agravada por un tremendo estrés. Si no quiere que muera, le recomiendo lo siguiente: prepárele cada mañana un desayuno saludable; sea amable y asegúrese de que esté siempre de buen humor; póngale de comida algo que alimente bien y que pueda llevar al trabajo y, cuando vuelva a casa, prevea cenas especiales. No le agobie con tareas, ya que podría aumentar la tensión. Tampoco le saque problemas de convivencia ni discuta con él, solo agravará su estado. Intente que se relaje por las noches suministrándole unos cuantos masajes. Anímele a que vea algo de deportes en la tele y hagan el amor todo lo que puedan, sin cortapisas. Si lleva a cabo lo que le he dicho durante un año, se le recuperará completamente». Nada más salir a la calle, el marido pregunta: «¿Qué te ha dicho el médico?». «Que vas a morirte».

Mariano no ha esperado a que lo felicitemos por el estado que nos ha procurado, sino que prefirió darnos él las gracias tras los dos años transcurridos desde que llegó a La Moncloa a los que eufemísticamente calificó de «muy intensos». Excitantes, vamos. De paso dejó caer que «ahora las cosas están un poco mejor». No se pongan tensos que no es bueno. Tengan en cuenta que el hombre no debe saber muy bien dónde se halla puesto que en su día, refiriéndose a Camps, también dijo «siempre estaré detrás de ti o delante o a un lado» cuando hoy en día resulta complicado hasta conocer dónde se encuentra Paco. El sucesor de éste al frente de la Generalitat sí se sabe, en cambio, que anda por ahí y lo único que falta por determinar es a dónde va. En fin, que si cualquiera de ustedes ha cogido cita puedo adelantarles el diagnóstico. Les dirán: «Da igual que vengan con su mujer o con su madre; lo de ustedes es que no tiene remedio».