Hace treinta años, un 23 de noviembre de 1983, se aprobó la Llei d´Us i Ensenyament del Valencià sin votos en contra. Ni siquiera Alianza Popular, el partido que entonces lideraba Manuel Fraga, se atrevió a votar en contra pese a defender que la lengua autóctona no debía ser obligatoria en la escuela. Optó por abstenerse y no opuso más resistencia. Una vez agotada la batalla de la lengua, se abrió una etapa de normalización que se ha mantenido hasta hoy con el PSPV y el PP al frente de la Generalitat. Por tanto, el cumpleaños ha de ser compartido. Ha sido un instrumento legislativo que ha dado buenos frutos y todos hemos de felicitarnos por ello. El balance satisfactorio de la ley, sin embargo, no puede omitir el debate sobre su desarrollo. Una parte de la sociedad opina que la normalización del valenciano se ha quedado lejos de las expectativas. El presidente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, Ramón Ferrer, que fue propuesto para el cargo por el PP, pide avanzar más: «Los beneficios obtenidos en el ámbito educativo, aun siendo importantes, no pueden ser la única piedra angular sobre la que descanse la recuperación de nuestra lengua», exclamó ayer Ferrer para reclamar después el «requisito linguïstico» para los funcionarios. La AVL propone una «nueva ley más actual». La iniciativa invita a la reflexión. Sin el concurso de una TV pública, debemos reconocer que hoy todavía resulta imprescindible preservar la lengua. Hace 30 años fue posible con el consenso. Cabe preguntarse si hoy también nos pondríamos de acuerdo.