Los del PP en las Corts parecen la cofradía del Perpetuo Socorro o la congregación de las Hermanas de María Auxiliadora, y es tanta su desfachatez y tanto el derecho a la impunidad que atesoran tras veinte o dieciocho (¡parecen mil!) años de hacer los que les sale del matojo, sin rendir cuentas a nadie y sin rendirse, erre que erre, que ahora pretenden pasar por caridad bien entendida hacia sí mismos, es decir, por humanidad, de la casilla de imputados a la casilla de indultados o prescritos saltándose la casilla de juzgados y condenados; o sea, quieren pasar del estado de presunción al de perdonado sin pasar por el estado de delincuente. De oca a oca y tiro porque me toca.

Y no es que lo diga yo, que lo dicen más de cuarenta y de manera explícita el presidente de la diputación, el señor Alfonso Rus: «Hernández Mateo no es un delincuente», dice y repite para, paradójicamente, apuntarse a la petición de indulto en favor del exalcalde de Torrevieja. Tanmateix, Alfonso, y que uno sepa, sólo se puede perdonar al culpable: es un absurdo semántico indultar a quien no es un delincuente. Porque, aleshores, Alfonso, ¿qué es un delincuente? Sólo caben dos respuestas, una de ellas razonable. O bien los delincuentes lo son por naturaleza, en sí, y entonces lo son con independencia de sus actos, de la misma forma que otros serían siempre inocentes al margen de su comportamiento. O bien los delincuentes son personas que han cometido actos delictivos; es decir, no por naturaleza, sino por sus acciones. Que uno sepa, la falsificación de documentos y la prevaricación son delitos juzgados en firme y cometidos por Hernández Mateo, luego el excalde de Torrevieja es un delincuente porque ha cometido actos delictivos, sean cuales sean las simpatías o empatías que despierte entre sus compañeros o las antipatías y apatías que provoque al personal.

Dicho esto, o lo cual, dos cosas: creo que el indulto es una injerencia del poder ejecutivo en las atribuciones del judicial y que la gracia es un ancestro que remite a ejercicios no democráticos (teocráticos, paternalistas) del poder político: no debería ser una atribución discrecional del Gobierno (otra cosa es la clemencia o magnanimidad que en atención a las circunstancias pueden y deben ser contempladas por la ley y quienes la aplican: los jueces); en segundo lugar, y espero que Hernández Mateo lo tome como algo personalmente impersonal: en la larga lista de personas y de «razones humanitarias», el exalcalde de Torrevieja no está entre los cuarenta principales; ni es tan sangrante la situación en que se encuentra ni tanta la pena por cumplir.