El valiosísimo parque natural de la Albufera, con sus malladas, sus dehesas, su monte, su lago con anguilas y doradas y sus «albuferencs», llena la boca de decenas y decenas de técnicos, políticos y especialistas desde tiempo inmemorial. Pero el Ayuntamiento de Valencia, dueño de la lámina de agua y buena parte de su entorno, pide auxilio porque se encuentra 35 centímetros por debajo de su nivel en esta época del año y nadie sale en su auxilio. Sólo los regantes del Turia, que por desgracia gestionan poca agua, han ofrecido sus caudales sobrantes. Del resto, ni la Confederación del Júcar ni la Conselleria de Agua y Medio Ambiente ni el Cristo de la Salud, que protagoniza en agosto una procesión lacustre desde El Palmar, se han sentido concernidos por un SOS municipal justificado pero insólito por dirigirse en términos críticos a instancias gobernadas por el mismo partido, sin lavar los trapos (éstos de color chocolate) en casa, como venía siendo habitual.