Por razones de costumbre atravieso la plaza entre los Santos Juanes y el Mercat Central de Valencia, ahora llamada de Brujas „hermanada, supongo, con esa bella ciudad de la actual Bélgica„ y el pasado lunes, los aledaños de la Llotja dels Mercaders lucían tras un baldeado en honor de la princesa Letizia, que acudía a un acto. No se habían lavado las aceras desde la plaza del Ayuntamiento hasta el Tros Alt en más de un mes. Vaya servicio que nos dan y sin rebajar el precio que pagamos los vecinos, aunque se llenan la boca sobre els mercats.

En esa plaza aún queda un rótulo antiguo en cerámica con el nombre antiguo „plaça del cementeri de Sant Joan„ y allí estaba el dichoso camposanto, donde ahora vemos una horrísona fábrica que da ganas de huir corriendo. No hace tanto dieron con los restos del Molí de Na Rovella y lidiaron con una bolsa de agua, o un ullal. No se les ha ocurrido que ese sería el mejor nombre para esta plaza, final de una avenida que tuvo la mala intención de destruir el centro histórico (empeño que la actual administración del cap i casal ha mantenido y al que no ha renunciado ni de palabra ni de hecho). Y ahí mismo estuvo la imprenta de la que salió Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, obra genial y poco leída, según apuntaba hace poco Félix de Azúa.

Esta plaza se encuentra al lado del edificio público más visitado de Valencia, y hemos esperado varios años „más de seis„ para ver el lamentable resultado de una obra emprendida para hacer negocio y darlo a alguien próximo al poder. Y vemos las entrañas abiertas, hasta un tercer sótano, porque no hay dinero para acabar el aparcamiento (se empezaron a vender carísimos) ni veremos llegar el metro prometido. Han colocado una malla metálica por si caemos sin querer al infierno. En el que se encuentra la economía municipal, presumo.

Nada retrata mejor dónde estamos, tras veinte años de pésima administración, que esta plaza (¿urbanizada?) con cinco clases de acera. La que recae al Mercat de cemento y grava, sin lucir siquiera. La que está ante el rosetón gótico „sin restaurar todavía„ es de asfalto, y con losas de rodeno mal encajadas. En la parte de enfrente „buena parte de sus negocios han cerrado en el ínterin„ también de cemento, sin peralte ni guardacantones. Una maravilla postindustrial de incuria en el centro de Valencia. Como la de delante de la fachada principal del Mercat, llena de desniveles y brechas y con una capa de asfalto. Junto a la Llotja, sí. Todo un muestrario (añadan lo de Les Covetes de Sant Joan y tienen la estampa completa del abandono).

Esta es la Valencia del siglo XXI. Se envanecen de lo que han hecho. Nos han endeudado hasta la médula. Cada día debemos más por culpa de ellos. Alimentan la ambición de repetir. ¿Con qué programa? ¿Pagar deudas y no dar servicios? Adelgazar lo público, cuando no cederlo o malvenderlo, nada nuevo. Esta será su herencia. Visiten la plaza de Brujas, sin novedad.