Si viajas por el espacio o por la banda de frecuencias, descubres que el mayor éxito noticioso valenciano de los últimos tiempos ha sido el cierre de Canal 9. Por encima del saqueo de las cajas de ahorro, los latrocinios de la Ciudad de la Luz y Emarsa, el aeropuerto desalado de Castelló o la ceguera generalizada ante la corrupción general. Se confirma lo que dice Toni Mollà: un país que aspira a marca y perfil propios, a extender su influencia, necesita una televisión pública como proyector. Toni, que tiene cualidades didácticas, se lo explicará encantado: la televisión es privilegiado generador de noticias, incluso cuando la novedad es que va a cerrar ella misma. Al final, retomaré la idea.

Las responsabilidades morales en el jolgorio ruinoso de Canal 9 están muy repartidas. Demasiado periodista callado con lo bocazas que somos, ya lo ha dicho el veterano Miguel Ángel Aguilar, tan despierto que, a su edad, sigue sufriendo la censura del periódico que fuera de Polanco y que hoy es del fondo de capital riesgo Liberty: «Por miedo al despido, aceptaron el deshonor y ahora, tienen deshonor y despido». O el desinterés por defender el fuero, puede llevar a que pierdas los huevos, nunca mejor dicho, hay un aforismo valenciano que afirma: Més val matar a un home que perdre un dret. Y eso que somos alérgicos a la violencia política.

Sí, se entiende mal el obstinado mutismo de los culos calientes que se sentaban en el Consejo de Administración de RTVV en nombre de otros partidos y que al parecer desconocían que es asunto del juez de guardia el engordamiento de la plantilla hasta la obesidad mórbida, el robo de recursos destinados a la (segunda) venida del vicario de Cristo o ese jefe de personal que padecía incontinencia seminal que no es el mejor modo de tratar entre las partes, lo digo por el recato, pero también por la eyaculación precoz, otra descortesía. Sería una pena que los autores materiales de estos crímenes no pagaran por ellos. Sólo tras la contrición, vendría la enmienda: qué televisión pública queremos, en manos de quién y con qué objetivos. Por si interesara a alguien.