Tras comparecer e intercambiar impresiones en una de las aulas de la sede de la uni de Alicante con un buen número de estudiantes, el director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana, llegó a la conclusión de que los jóvenes apenas guardan inquietud sobre la realidad política en sus mochilas. En una sala anexa, el flamencólogo José Luis Ortiz Nuevo contaba una de las anécdotas de Pericón de Cádiz: Estaba el maestro en una tasca gaditana, acompañado de bailaor y guitarrista, caninos porque hacía un tiempo ya que nadie los reclamaba. Cuando el dueño del local se dispone a echar el cierre, llaman al teléfono interesándose por el trío. «Que quieren que vayan ahora mismo». Se pone el guitarrista y corrobora la juerga. Cubierto medio trayecto, detienen el coche, se bajan y el guitarrista les dice: «Alto ahí, que no sé ni dónde vamos ni quién ha llamado».

Para evitar que le ocurra esto, el inquilino del Palau de la Generalitat Valenciana ha tomado sus precauciones y ha puesto a su servicio un aparato de comunicación formado por más de medio centenar de macLujitas, entre periodistas, fotógrafos, cámaras, publicistas y técnicos especializados en el audiovisual que nos sale por un pico al año de 1,3 millones de euros. Además, ha contado hasta ahora con tres operadores pendientes de seguir sus pasos desde Canal 9, sobre los que habrá que tomar medidas porque no podemos tener desatendido a este hombre. Menos mal que sabe cuidarse y que las Navidades pasadas se pegó un par de alegrías gastronómicas al cuerpo junto a sus consellers a nuestra costa cuando era complicado cumplir con los proveedores y no se sabía si alcanzaría para pagar la nómina de los funcionarios. Lo meritorio no es que los chavales anden desenganchados, sino que Juliana tenga aún ganas de teorizar. Porque el que cuenta con campo aquí es el otro ponente. Quién iba a decirnos que también Fabra iba a resultar flamenco. Pero ya ven. Le cuesta saber a dónde se dirige.