El asesinato de RTVV supone también una cuchillada a nuestro autogobierno y sobre todo a nuestra democracia. Porque no sólo significa el final de un canal de televisión y de radio públicas sino cerrar la ventana de nuestra propia realidad. Y hay muchos culpables y cómplices. Durante años los colectivos profesionales, este medio de comunicación y el propio comité de empresa del ente han venido denunciando la situación que atravesaba el organismo, su uso partidista, el desmán económico mientras gran parte de la sociedad que hoy lamenta el apagón„con policía y todo„ miraba hacia otro lado, como lo hacían también muchas voces ahora discrepantes que denuncian las tropelías.

Volvía ayer el President Alberto Fabra a apelar a las deudas que ha de hacer frente la Generalitat para justificar la medida. Si al menos las pagaran sería otro cantar. Pero ni eso. Porque lo más grave es que son ellos los únicos culpables del hundimiento de un medio de comunicación público que han utilizado a su gusto y capricho. Son ellos los que la han llevado a la ruina a la sociedad y ahora se la quitan de encima alegando una insostenibilidad que tras casi veinte años de gobierno han creado.

Una parte importante de la sociedad valenciana les dio la llave para que gobernaran y gestionaran nuestros impuestos y lo que han conseguido es arruinarla con sus decisiones arbitrarias, sus prebendas y mala gestión. Que no nos culpen ni pongan excusas sino que paguen su responsabilidad. Esto no puede acabar así. Vergüenza, señores, vergüenza.

Toda exposición merece un catálogo: científico, razonado, en soporte digital o papel. Pero el que ha publicado el MuVIM con motivo de la exposición «Ídolos del Pop» es un verdadero exceso. Con la que muchos están pasando y aparece un libro de lujo de quinientas páginas a todo color y papel couché de gran gramaje para reproducir eminentemente portadas de discos a toda página. No son tiempos.