Si las ayudas públicas a los clubes de fútbol son ilegales por infringir las normas de competencia, ¿sería un motivo para cuestionar los triunfales resultados de clubes españoles de fútbol? Tranquilos, la Comisaría de la Competencia no tiene los brazos tan largos, pero el despropósito del fútbol español merecería un castigo así. En las últimas décadas el fútbol ha gozado de un privilegio especial, de una suerte de exención de demasiadas cosas, y por aclamación popular, tan estentórea que los políticos no han sabido resistirse. Se habla de los privilegios de la Iglesia Católica, pero los del fútbol no son mancos (y sin una obra social de la que echar mano). El fútbol en España no es ya un deporte, es una religión, con sus santos, sus devotos y beatos, su iconografía y su mística. Yo le tengo afición, pero uno de los pasos para un sano laicismo sería desacralizar el fútbol de una vez.