El Plan de Pago a Proveedores (PPP) nacido para liquidar las facturas pendientes de la Generalitat Valenciana (GV) está terminado y muchas están sin pagar. No se sabe bien lo que puede ocurrir, todas las posibilidades, incluso las más desagradables están abiertas.

Estas son las fases que hemos vivido y quizás viviremos:

1) El almacenamiento de ciertos impagados durante lustros hasta 2012. Los autores personajes que ejercieron su incompetencia lindante con la corrupción desde la GV.

2) En 2012 inicio del PPP, fue el de «yo no he sido».

3) La actual, finales de 2013. Algunos optimistas y muchos en pleno sálvese quien pueda bajo la forma de ciertas conversaciones entre Montoro y el Consell.

4) Un previsible «el último que apague la luz» al constatar que gobernar no es sólo viajar a Madrid o preparar manifestaciones contra España, la troika, o los mercados. Habrá que gestionar una quiebra que afecta a los servicios públicos de todos.

Detalles:

1) La GV practicó una contabilidad creativa tan exitosa electoralmente como dañina para su propia continuidad. Partidas importantes, v.g. gasto farmacéutico, se agotaban meses antes de que finalizara la anualidad. Ello no impedía que ni los presupuestos del año siguiente quedaran intocados, ni que se tomaran medidas impopulares. Era una espiral diabólica que vivía en los cajones, con dudas sobre la honradez de algunos acreedores. El desenlace llegó cuando la GV quebró en el marco de una crisis global.

Un experto en Administración pública decía que cuando un político, vía presupuestos, ordena, digamos al gerente de un hospital, que reduzca el gasto en un 5 % o un 10 % en determinadas partidas, le está diciendo que se apriete el cinturón. Si aquel es eficiente, se pone manos a la obra. Sin embargo, cuando el político, al no querer asumir el desgate inevitable, dice sólo por boca de presupuestos que hay que gastar un 40 % menos, el resultado, en la Administración pública y mucho más en la sanitaria, es sencillamente que no se tomara en serio el presupuesto. Así ha ocurrido.

La GV sacaba unos presupuestos falaces en Sanidad y luego se ponía de perfil. Después algunos gerentes, apoderados, etc., actuaban más allá del límite de su deontología. Nuestra Administración, en materia de responsabilidades, tiene un inmenso vacío entre el no pasa nada y la cárcel, cosa ésta demasiado extrema.

El Plan de Contabilidad tiene la cuenta «Acreedores por operaciones pendientes de aplicar a presupuesto», pero la GV utilizó otra, la 411, que afloraba sólo algunas facturas. Con esta chapuza, propia de las contabilidades creativas, mandaron balances inciertos a todas partes, desde la Sindicatura, a la UE.

2) Los años pasaron, las facturas se amontonaron hasta que Montoro, presionado por acreedores y por la UE, en 2012, dijo que si las facturas se afloraban el Gobierno ofrecía el PPP para pagarlas. En la GV la cosa no iba a ser fácil, ya que cuando se hablaba de facturas en los cajones se daban dos grupos: aquellas que estaban en el cajón de abajo del todo (no contabilizadas en ningún lado) y otras que estando en el cajón más cercano al tablero de la mesa no estaban en la contabilidad presupuestaria pero sí registradas como pendientes. Cuando se ha deducido que la Sindicatura de Comptes ha afirmado que ya no hay facturas almacenadas, realmente se describe un cambio de cajón, esto es, que al menos ahora están registradas, pero no que hayan pasado por presupuesto, ni mucho menos que estén pagadas.

La existencia del primer grupo de facturas en Sanidad, explica que en septiembre de 2012 la Agencia Valenciana de la Salud abriera un insólito expediente a la conselleria de quien dependía, al objeto de depurar responsabilidades por haber gastado nada menos que 1.748 millones de euros sin dotación presupuestaria. Una pura maniobra defensiva, por si acaso. El conseller de la época, a toda prisa para poder acceder al PPP1, reconoció las obligaciones y aprobó el gasto. Nada sobre quién generó el almacenamiento.

3) Hoy, esperemos que puestas todas las facturas arriba del tablero, hay que pagarlas. Desde Madrid han llegado, además de los FLA de 2012 y 2013, los PPP1, PPP2 y PPP3 que ahora se cierran. Sin embargo, la GV sigue necesitando más financiación urgente. A lo largo de 2012 y 2013, FLA y el PPP han sido indistinguibles, ya que uno se dedica principalmente a cubrir los déficits autorizados para cada anualidad y el PPP a facturas impagadas, siendo imposible discernir si una factura de un proveedor, fechada en estos años, sirve o no para cubrir el déficit del año. En el trasfondo el hecho que en 2011, 2012 y ya sabemos que en 2013, la GV ha superado con mucho los techos que tenía autorizados. No hay a donde recurrir. Por ello es comprensible que desde la Conselleria de Hacienda se resistan a cuantificar cuántas facturas quedan por pagar, ya que para cerrar el presupuesto de 2013, necesitamos 3.000 millones de euros.

4) Tras el episodio de RTVV, sabemos que Montoro no va a derramar muchas lágrimas por cualquier mal trago que pase la GV de Fabra. Por si fuera poco, Rajoy, con todo lo que ocurre en Cataluña, se resiste a intervenir a cualquier comunidad autónoma. La única esperanza que se atisba pasa por una demanda radical de todos los grupos representados en las Corts; en el fondo produce una cierta envidia la piña que se está dando en Barcelona en temas de financiación. No parece factible.

El protagonismo de esta última etapa está reservado a quien gane las próximas elecciones autonómicas, que en caso de que sea la oposición, se sentirá tan perpleja como vacío es su programa para reaccionar ante la quiebra. Ningún grupo, incluído el PP, sabe qué hacer el día después de las elecciones.

Puesto que con un eslogan del tipo «Sangre, sudor y lágrimas» nadie gana unas elecciones, puede ser autismo suicida esperar al día siguiente de las mismas para empezar a hablar. Problemas como el de las facturas puede que exijan decisiones en plazos mucho más inmediatos.