Sorprende que en España nadie pida referéndum para nada, salvo para autodeterminarse. ¿Cuál es la explicación de este raro fenómeno? Se piden, y con razón, reformas en el sistema de representación política, pero ¿no sería un buen modo de aumentar la ración de democracia preguntar de vez en cuando a la gente sobre cuestiones concretas que la conciernen, como se hace en otros países? Hay una especie de conformismo con la delegación de la voluntad en otros, o un miedo a tomar decisiones por uno mismo.

Puede entenderse que los partidos políticos teman esas vías directas de democracia, de igual modo que a cualquier intermediario le da pánico la venta directa al consumidor, pero ¿por qué nadie en la sociedad civil clama por ellas? Caramba, el asunto del aborto sería buena ocasión para preguntarle a la gente, reconstituyendo de paso un poco la moral cívica del votante, tan alicaída.