El reciente informe del Panel de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC, 2013) no deja lugar a dudas: el clima terrestre avanza hacia un calentamiento que será mayor si no se ponen de acuerdo los gobiernos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Hasta aquí el dato concluyente que, desde los años ochenta del pasado siglo, se corrobora año a año. Y una atmósfera más cálida es, siempre, una atmósfera más movida y, por supuesto, diferente a la que hemos podido disfrutar en los últimos cien años. A partir de aquí comienzan las incertidumbres sobre el futuro de nuestro clima. No se sabe bien cómo pueden evolucionar otros elementos del clima tan importantes para la región mediterránea como la nubosidad, el viento y, sobre todo, las lluvias. Ya, de entrada, el clima mediterráneo es un clima complejo. Por eso, cuando se habla de cambio climático y sus efectos hay que preguntarse siempre ¿dónde?. Porque las consecuencias del calentamiento no serán igual en todas las regiones del planeta. En el Mediterráneo los datos indican que vamos hacia un calentamiento, que está resultando de momento más notorio en las tierras interiores que en la costa y hacia un descenso de precipitaciones también más notable por ahora en las tierras interiores montañosas que en las comarcas litorales. El menor efecto térmico y pluviométrico de los flujos procedentes del Atlántico y, por el contrario, el incremento de las circulaciones atmosféricas de levante estaría en la explicación de estas tendencias en las temperaturas y las lluvias que ya se manifiestan en nuestro clima.