Se cumplen cuarenta años de la antología de poesía valenciana Carn fresca. Ignoro si oficialmente habrá actos que lo celebren; la poesía, ya se sabe, es minoritaria. La cultura tiene menos medios todavía, si eso es posible, y en plena polémica (una más) sobre la AVL no sé si el horno está para bollos. Pero he de recordarlo, porque casi todos los que tomaron parte están vivos y buena parte han continuado como autores (no sólo en verso, también de narrativa o de ensayo). Este libro editado por L´Estel en 1974 fue un empeño de Manuel Sanchis Guarner. Las ayudas venían de los prohombres del Banco de Valencia, como Reig o Pizcueta. En 1972 ya estaba a punto para ir a la imprenta, pero por razones de estrecheces presupuestarias se retrasó.

La antología la habían encargado a Josep Lluís Fos, de Sueca, y éste, luego, le pasó el testigo a Amadeu Fabregat, quien ya era conocido por el programa de Radio Peninsular De dalt a baix. El método consistió en decirles a los amigos y conocidos que aportaran obra de jóvenes que versificaran, con obra publicada o no. Y luego hacer una criba. Fabregat se leyó la antología de los años sesenta, y alguna más antigua y tomó nota de lo que se hacía en Cataluña o Madrid, porque los Novísimos estaban en boga. Hizo un concienzudo prólogo y dividió el Mar Rojo por gala en dos y algunos se lo tomaron a mal, porque se habían quedado en el Sinaí del realismo y no en la Tierra Prometida de la novedad formalista.

Hizo un gran efecto, además se vendió bien. Y los medios se hicieron eco de todos y cada uno hasta bien entrado el verano. Eran tiempos convulsos de finales del franquismo, tras el atentado y muerte de Carrero Blanco. Cualquier acto necesitaba un permiso, la censura acechaba, el gobernador civil era un carca peligroso. La poesía parecía material inflamable y cinco o siete poetas recitando, un acto sedicioso. Como éramos tan jóvenes, nos lo tomábamos con humor. En pleno verano y en la primera Escola d´estiu, Salvador Jàfer y yo dábamos guerra. Luego con Josep Piera, hice recitales por la geografía valenciana, librerías e institutos.

Cuando cumplió 25 años de su edición, reuní a buena parte de los poetas, en Valencia y en Gandia. Hay una foto o varias de ese comeback. De broma decíamos: «Veinte años después, Norman vuelve». Bueno, ya son 40 años desde que rompimos el hielo. Hizo su efecto. Empujó el carro de las letras valencianas, algo alicaído. Agitó las aguas, dio para polémicas y hasta para enemistades y manías.

Queda el suspense. ¿Habrá reedición? ¿Será en facsímil o con aditamentos? Fue un hito y hubo que contar con nuevas voces, que han acumulado premios y publicaciones. Hay incluso varios estudios y tesinas. Tal vez la Universitat no está para eso. No se ha normalizado el país, las taifas siguen en pie. Lo de les capelletes sigue vigente. El poder valenciano en la cultura es débil y discutible.