La Comunitat Valenciana no puede aguantar ni un año más con el actual sistema de financiación». La frase la pronunció el jueves el presidente del Consell, Alberto Fabra, en la sesión de control parlamentario de las Corts. Y no le falta razón. La Generalitat es incapaz de generar suficientes recursos para equilibrar sus cuentas. Sobrevive gracias a las inyecciones del rescate financiero que gestiona, con mano de hierro, el ministro Montoro, y aspira a que, más pronto que tarde, el Gobierno actualice el sistema de reparto con un nuevo modelo que tenga en cuenta la población real de cada territorio para evitar la discriminación presupuestaria que sufrimos los valencianos. No podemos resignarnos a encabezar un año tras otro la lista de las comunidades autónomas más endeudadas de España. La Generalitat batió su propio récord de deuda en 2013 hasta dejarlo prácticamente en un tercio del Producto Interior Bruto (PIB). Es verdad que el ritmo de crecimiento se desacelera „el año pasado fue del 8,2 % frente al 38, 2 % de 2012„, pero ese descenso no puede aminorar ni la preocupación ni los recelos que despierta nuestra pésima situación económica. La deuda se ha triplicado desde el inicio de la crisis y, de no cambiar las condiciones actuales, puede lastrar nuestra recuperación. La mayoría de los fondos que debemos corresponden a los 1.218 millones que nos prestó el Gobierno para evitar la quiebra en 2012 y a los sucesivos planes de pago a los proveedores.