Con las redes arteriales ferroviarias de Madrid, Barcelona, Bilbao y Sevilla renovadas ya resueltas hacia mejoras urbanas incontestables y con planes en marcha para conseguir idénticos objetivos en otras ciudades como Vigo, el Ministerio de Fomento ha decidido poner punto final a su participación en operaciones de integración del tren que lleven aparejadas reformas urbanísticas, dejando con un palmo de narices a los ciudadanos que las esperan en Valencia, Alicante y Murcia.

El plan ministerial que recoge las directrices de trabajo entre 2012 y 2024 señala que esas mejoras urbanísticas no guardan relación con la explotación del ferrocarril y por tanto deben ser sufragadas exclusivamente por comunidades autónomas y ayuntamientos implicados.

En el caso de Valencia, y como viene señalando este periódico en las últimas semanas, el asunto resulta especialmente sangrante puesto que desde que en 1985 la Administración municipal decidió convertir la playa de vías contigua a la estación del Norte en un gran Parque Central tan grande como Viveros enterrando el paso del tren y eliminando el cinturón de hierro que separa los barrios de Patraix y Malilla, el Estado ha firmado cinco compromisos para desarrollar ese proyecto, el último de ellos, en 2003.

Los únicos elementos que se han ejecutado tienen relación con la llegada del AVE, un hito al que no se ha de restar importancia pero que forma parte de un proceso en el que deben figurar el túnel y la sustitución de una estación provisional para la alta velocidad que ocupa, y ocupará por muchos años, casi la mitad del ansiado espacio verde. Al parecer, Valencia llega tarde al reparto del que otros muchos han sacado una estructura urbana más coherente y sostenible. Pero eso no parece importar al Gobierno.