La Conselleria de Infraestructuras y Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana ha informado de la aparición de daños en algunos pinares situados en zonas costeras del litoral mediterráneo. Se trata de una fisiopatía que seca todas las hojas de los pinos. Sencillamente, cuesta creer que estos árboles, que han enfermado por cientos, no morirán. Dicen los expertos de la conselleria que el daño se concentra en las hojas sin afectar a las yemas y que, por tanto, difícilmente morirán los árboles, aunque ya parecen muertos. No está muy claro el origen de esta enfermedad, aunque en la mayoría de los ejemplares que presentan daños ha aparecido un microorganismo denominado «Candidatus Phytoplasma pini», lo que permite establecer una relación entre los síntomas y este fitoplasma, el mismo que parece estar detrás de las llamativas «escobas de bruja» o «pinas» y también de la aparición de pinos enanos.

En cualquier caso, resulta llamativa también la relación que puede establecerse sin gran esfuerzo entre las zonas más afectadas por esta especie de «seca» y las comarcas con una pluviometría escasa o casi nula donde tampoco ha habido heladas ni nada que se le parezca este año.

Lo cierto es que pese a la resistencia del pino carrasco al extremo clima mediterráneo, la falta de lluvias ha debilitado los árboles y los ha hecho más frágiles frente a todo tipo de patologías, mientras la ausencia de fríos ha permitido a determinadas plagas como la procesionaria mantenerse activas y multiplicar sus poblaciones. Poco o nada se puede hacer contra estas manifestaciones y otras que pueden hacer acto de presencia en los próximos meses, salvo confiar en la resistencia natural del pino y esperar que llueva, aunque a estas alturas del año, una explosión de vegetación primaveral no sería quizá muy aconsejable pensando en la gran plaga de los pinares mediterráneos: los incendios forestales.

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