Visto lo visto días atrás, el conspiracionismo sobre el 11M ha perdido fuelle, pero todavía tiene aire para quienes lo respiraron a fondo, aunque la participación de ETA haya salido de escena. Habría que relacionar esa persistencia del supuesto enigma no sólo con el dogma cultural patrio de mantenella y no enmendalla, sino con el sustrato mental del gusto por los misterios, como último refugio de lo inasumible. A fin de cuentas, la existencia misma es un misterio, todas las religiones descansan en misterios, la mayoría de los hechos de la historia tienen, bajo la comúnmente aceptada, una segunda versión de formas misteriosas, y, en cuanto al propio cosmos, la materia oscura ocupa una parte mayor que la ya descrita (un día vi desolado a un físico amigo ante el imparable avance de la ciencia para explicar el origen del universo y sus leyes). En el fondo sólo los misterios nos consuelan.