Resultará difícil de creer para quienes sólo visitan esta página del periódico para averiguar si hay vía libre para llevar a cabo cualquier actividad a la intemperie, pero la meteorología puede dar de sí mucho más de lo que en un principio puede parecer, hasta el punto de llegar a sustentar una afición que cada vez congrega más entusiastas seguidores a lo largo de toda la geografía ibérica.

La chispa que enciende la afición por la meteorología normalmente suele llegar en la niñez y en unas circunstancias que se pierden tan atrás en nuestros recuerdos que pocos sabemos decir exactamente como empezó todo. Pese a ello me aventuraré a encontrar en el lodazal de tan pantanoso terreno la explicación de porqué la semilla del aficionado a la meteorología comienza a echar raíces a tan corta edad. Cuando se es niño la curiosidad rebosa por los cuatro costados y nos sentimos fuertemente atraídos por todo lo que nos rodea, de manera que si estamos en contacto con la naturaleza y su temperie es muy fácil que en nuestro corazoncito brote un sentimiento fuerte de vínculo hacia todo aquello que más nos llama la atención. Se trata de un mundo nuevo; en el que si aún no nos han adoctrinado con los temores de que las tormentas con sus flashes violáceos son algo malo, las olas grandes en el mar no son algo destructivo o la lluvia intensa causa inundaciones, la percepción in situ de todo esto nos puede llegar a parecer fascinante.

La madurez en esta afición se alcanza cuando entiendes que por mucho que quieras cambiar el transcurso de la historia meteorológica nunca lo vas a poder lograr, entonces no hay ni buenos ni malos en esta película, solo hay acontecimientos divertidos y aburridos. Sequías como la actual son un ejemplo de esto último, una especie de prueba de fidelidad. Y es que nos hacen sufrir a los aficionados tanto o más que a la naturaleza: meses y meses con un horizonte siempre bajo el mismo sol, siempre azotando los mismos vientos resecos capaces de agostarlo todo. Pero cuando estás enamorado de la meteorología nunca se marchitan las esperanzas de poder revivir algún día aquel episodio de tormenta de increíbles formaciones nubosas, que fue capaz de conmoverte hasta el último rincón del alma y que te cautivó para siempre.

Te podrá parecer una locura, pero, ¿qué enamoramiento no lo es?

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