Era un buen momento para zanjar el conflicto del Cabanyal y darle salida a la posición municipal. Una sentencia que obliga y la corporación la acata, poniendo así punto final a tanto desgaste. Pasar a la historia como la alcaldesa que supo rectificar a tiempo. Y cuando la gente mirara un plano de la ciudad entendería de inmediato por qué el paseo no continúa. Resulta obvia la lectura, el respeto a una trama urbana existente, original, ejemplar, que da sentido a un pueblo anexionado. Cualquiera que tiene ojos lo ve, sin ser experto, solo basta saber mirar. Es verdad que se dibujó una prolongación agresiva, pero los sensibilidades cambian, cosas del progreso, y el desarrollismo de «¡allá vamos!» ha caducado, por suerte y por el esfuerzo de muchos. Ya pasó con el Saler o con el cauce del Turia, ¿recuerdan?

Hoy prima la ciudadanía, la cohesión social, la identidad, el patrimonio urbano; nadie puede negarlo aferrado al retrovisor. El paseo no es el único futuro del barrio, no es así; el Cabanyal es hermoso por sí mismo, rehabilitado, limpio, libre, orgulloso de sus calles y sus casas.

Todo eso estaba en su mano, pero no, el ayuntamiento ha elegido el camino del empecinamiento y la confrontación, de negar la realidad. No negocia con la ciudadanía, que la tiene ahí al lado, sino con los políticos de su cuerda en Madrid buscando un atajo legal, y presiona a los técnicos para que digan algo distinto de lo que ya dijeron. Ahora para justificar todo esto, proponen un plan que maquilla, pero mantiene, el hachazo del paseo sobre el barrio, burlándose de la sentencia. Y someten ese plan nuevo, que es viejo, a la obligatoria información pública precisamente en agosto. Una radiografía del ayer hasta en los métodos burdos. ¿La respuesta? Otra vez firmas, otra vez alegaciones, otra vez la pugna. Mientras, Salvem el Cabanyal cosecha premios, reconocimiento internacional, es un ejemplo de acción urbana, de participación, de defensa del patrimonio, y expertos de todo el mundo lo avalan. Sin embargo el dichoso plan solo es un documento oscuro y desequilibrado, sin galardón alguno, que recurre al verano para pasar desapercibido.

Ya ven, inexplicablemente, cuando el ayuntamiento tenía una solución digna en la mano, ha elegido continuar con el enfrentamiento. Otro error grave en su hoja de servicios.