El pasado mes de junio, la ACN (Assemblea Nacional Catalana), a cuyo mando está la comodoro Carme Forcadell, de ERC y por tanto independentista, presentó el borrador de una Força Naval Catalana o Catalonia Navy, después de «haber expropiado todas las instalaciones de la Armada española en Cataluña». Su idea es constituir una Home Flete como la británica, una Catalonia Navy. Una chifladura, en suma.

De momento, sólo tienen anclados algunos barcos, de pesca o para turistas, en el lago de Banyoles. No es un sitio estratégicamente recomendable para amarrar el grueso de la próxima flota naval catalana. El lago está al descubierto. No es Scapa Flow, donde fondeó gran parte de la Royal Navy durante la Segunda Guerra Mundial. Zona muy seguro, una extensión de agua, una bahía muy cerrada de 20 kilómetros de largo por 14 de ancho, situada en las islas Orcadas, al norte de Escocia y repleta de escondrijos-islotes, y otros escollos naturales.

A los aviones enemigos les sería muy fácil realizar incursiones fotográficas de reconocimiento y radiar inmediatamente a sus cazabombarderos la posición y el número de las naves hostiles. En un santiamén, hundirían toda la Força Naval Catalana, con miles de muertos, incluidas las percas, otros peces de agua dulce y algún barca de turistas en el Scapa Flow independentista. Una catástrofe, de vidas humanas, peces y turistas de vacaciones.

No. El llac de Banyoles hay que descartarlo como refugio de la Catalonia Navy, porque, además, no tiene ninguna salida al mar Mediterráneo, y por lo tanto, la flota no podría arrumbar hacia Begur o Platja d´Aro, pongamos por caso. Ni por consiguiente aproar para enfrentarse a un crucero pesado que navegara entre el golfo de Roses y el Port de la Selva.

Pero estamos fantaseando porque, de momento, la comodoro Forcadell no dispone aún de navíos de guerra. Y consecuentemente, nadie va a bombardear, desde 24.500 metros (en el Mediterráneo) al llac de Banyoles para arrasar su flota, lanzando varias salvas de 380 mm. de calibre y cuyos proyectiles penetren en los pañoles de municiones situados bajo el alcázar. Así hundió el temible acorazado alemán Bismarck al poderoso crucero británico de batalla Hood, en 1941. O sea, que, de momento, la Força Naval Catalana carece de buques de guerra: portaaviones, destructores, fragatas, submarinos, buques de asalto anfibio „tan útiles para los desembarcos de hombres, carros de combate y lanzallamas en la batalla de Guadalcanal„, dragaminas, patrulleras costeras y los vigilantes de la playa de la popular serie televisiva de finales de los años 80.

De momento, la comodoro Forcadell, el alférez de navío Oriol Jonqueras y la serviola Pilar Rahola, forman l´Estat Major y están rodeados de mapas y cartas de navegación a diario. Estudian concienzudamente la composición de su Catalonia Navy y sus necesidades. Por ejemplo, ¿han pensado en incorporar a cinco brigadas de paracaidistas? Yo sí. Les regalo una idea. Que entrenen primero en el Dragon Khan (Port Aventura, entre Salou y Vila-seca). Si no se marean, ya podrían lanzarse desde un Lockheed / Alenia C-27 J Spartan sobre el aeródromo privado de Empuria Brava, al lado de Roses. Con paracaidistas bien entrenados, convencidos de su justa lucha contra el país que los sojuzga desde 1.111 (.a.C.) y una flota que flotara, la victoria sería inapelable. Y la comodoro Carme Forcadell obligaría a firmar un armisticio o una rendición sin condiciones.

¡Ya lo tengo! El fondeadero perfecto para The Catalonia Navy es el Cap de Creus (la Mar D´amunt). Litoral muy abrupto. Aguas profundas. Altos acantilados. Islotes. ¡Scapa Flow!, comodor@Forcadell.

¡Dios mío!, ¿por qué hay tantos chiflados en este país?