El cierre de una parte muy importante del dispositivo sanitario público en el periodo estival, responde única y exclusivamente a una decisión economicista, que sigue la estela de los recortes que venimos arrastrando durante el resto del año.

La planificación de la actividad sanitaria en el periodo estival, se realiza en función del presupuesto habilitado por los servicios centrales a cada departamento (hospitales, centros de salud..) para la sustitución del personal que disfruta de las vacaciones en este periodo. Por lo tanto la actividad sanitaria en estos meses se planifica, en función del dinero presupuestado, para realizar las oportunas contrataciones de personal sanitario, y no al revés, en este sentido la Conselleria de Sanidad, impone una regulación estricta de la demanda, que implica el cierre de servicios enteros y una restricción importantísima de la cartera de servicios de los hospitales y centros de salud.

De manera artificial y torticera la consellería de sanidad disminuye la presión asistencial, dejando bajo mínimos la programación asistencial y quirúrgica, con la consiguiente disminución de los ingresos hospitalarios. El cierre de centenares de camas en los hospitales públicos obliga a romper con el principio de especialización en los procesos de atención, se desmantela la organización y la distribución hospitalaria que es la que permite realizar los ingresos en función de la patología que los pacientes presentan.

El impacto sobre la calidad asistencial es muy importante y afecta de manera directa a los ciudadanos y a los profesionales sanitarios, además de provocar un crecimiento desmesurado de las listas de espera quirúrgicas y diagnosticas que en algunas especialidades arrastran demoras realmente impresentables. Lo mismo ocurre con la decisión de cerrar por las tardes, los centros de salud urbanos, derivando la atención sanitaria a los servicios de urgencias, la medida se engloba en un plan de ahorro en el que los contratos de médicos, enfermeras y otros profesionales para realizar las suplencias son testimoniales, dificultando la accesibilidad de los ciudadanos a estos centros sanitarios, con la consiguiente masificación de las consultas médicas o la suspensión de las consultas de enfermería, la decisión de la Generalitat de recortar de una forma tan brutal en esta materia, impide que se pueda continuar en esta época estival, con el desarrollo normalizado de programas de salud tan importantes como los dirigidos a personas con obesidad, diabetes, hipertensión arterial, atención domiciliaria pacientes crónicos, etc€ sin olvidar que quedan sin sustitución profesionales tan importantes como odontólogos, psicólogos, fisioterapeutas, matronas, higienistas dentales y trabajadores sociales.

El argumento de Sanidad justificando este tijeretazo, en una minoración de la presión asistencial es insostenible. Recordar que en nuestro modelo sanitario, excepto en situaciones puntuales derivadas de epidemias (gripe), la presión asistencial de los centros sanitarios la regula la propia Consellería de Sanidad, por lo tanto son los recortes presupuestarios realizados en el diseño de los planes de vacaciones, los que impiden mantener el normal funcionamiento de los recursos sanitarios disponibles, limitando el acceso a los mismos, con un coste importantísimo en términos de salud, que finalmente terminan pagando directamente los ciudadanos y ciudadanas, lo que demuestra, una vez más la irresponsabilidad del Consell a la hora de gestionar nuestra sanidad pública.