En el siglo XIV, Europa vive momentos de esplendor demográfico, las buenas cosechas se suceden y el sistema feudal se ve presionado por la clase burguesa de comerciantes, que pide reducciones de tributos y mejores condiciones para comercializar excedentes de producción, conseguidos por la mejora de las técnicas agrícolas. El periodo climático del óptimo medieval se encuentra en su cénit, pero todo está a punto de cambiar rápidamente. Los primeros efectos de la pequeña edad de hielo se hicieron notar en Europa, casi de forma solapada, con el fin del periodo cálido que le precedió, y sumió al continente en un periodo de crisis en el que tres de los jinetes del Apocalipsis: el hambre, la guerra y la muerte, campaban sembrando el terror de los pobladores europeos.

El cambio climático llegó rápido y sin aviso. Bastaron un par de veranos de tiempo frío y lluvioso, 1315 y 1316, para que la mayor parte de las reservas de grano se acabaran y el drama se apoderara de los campesinos europeos con el primer jinete negro, el hambre. Pocos años después, el segundo jinete llegaba a través de las rutas comerciales desde oriente y el Mediterráneo, con una de las peores pandemias que haya sufrido la humanidad: la peste negra. Debido únicamente a esta enfermedad, se estima que se malogró una tercera parte de la población europea; además, solo seis años fueron suficientes para que se expandiese por casi todo el continente. Este escenario atrajo el tercer caballo del Apocalipsis, la guerra, episodios bélicos como la guerra de los 100 años en Francia y otras contiendas fueron consecuencia de la desestabilización del orden feudal.

Las causas de toda esta gran crisis las encontramos en el súbito cambio de clima propiciado por el periodo que se ha denominado «pequeña edad de hielo», para el que dos factores pudieron haber sido los desencadenantes: por una parte, la actividad volcánica en el planeta, que pudo contribuir a un cambio de clima tan abrupto; por otra parte, también se sabe que en esas fechas hubo un acusado mínimo de actividad solar, conocido como el mínimo de Maunder, capaz de facilitar el frío que acaeció. Por su parte, parece más claro, según distintos estudios, que el patrón meteorológico en esta época estuvo marcado por una circulación atmosférica con mayores ondulaciones en las ondas de Rossby y mayor presencia de anticiclones de bloqueo en Escandinavia, Groenlandia y Rusia.