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Un año de brotes

El mantra, ahora, es la estabilidad. Lo ha dicho Rajoy en Grecia y lo repiten como una consigna los dirigentes del PP. Por cierto, que nuestro presidente también dijo en Atenas, para descalificar a las fuerzas emergentes, que no se deben hacer promesas que no se puedan cumplir porque generan frustración. Es lo que ocurrió con las que hizo él en la última campaña electoral, que se tradujeron en un desencanto enorme, de consecuencias todavía imprevisibles. Pero Rajoy habla de estabilidad dando por supuesto que el malestar provocado por sus mentiras se encuentra estabilizado. Podríamos decir que ha devenido, de enfermedad mortal, en enfermedad crónica. Llama estabilidad a una forma de desorden arraigado en la que los autobuses y el metro, mal que bien, funcionan, aunque los hospitales se salen y se ha entregado la boleta a los enfermos de hepatitis C.

Conocemos ese tipo de estabilidad, de orden, que se afirma con leyes mordaza y con mayor presencia policial en las calles. Ayer, una revisora del metro, que me pidió el billete para comprobar que todo estaba en orden, iba escoltada por un par de gorilas de dos metros con cara de pocos amigos, por si los pasajeros, supongo, nos negábamos a atender a su requerimiento. He ahí una imagen de la estabilidad. Según un viejo dicho conservador, es preferible la injusticia al desorden, como si la injusticia no fuera en sí misma una forma de caos. Significa que hemos renunciado a la estabilidad verdadera a cambio de que la gente permanezca con resignación en sus casas. Hijo, no te manifiestes que nos puede caer una cadena perpetua.

Rajoy fue a Grecia a hablar de estabilidad, que es como ir al casino a hablar de las virtudes del ahorro. Por citar un solo parámetro, el empleo estable, en España, representa un porcentaje mínimo en relación con el eventual. En otras palabras, a medida que alcanzábamos la situación de estabilidad de la que presumen Guindos y compañía, se destruía el empleo fijo, que ha devenido residual. Las promesas falsas producen, en efecto, frustración. No sabemos aún qué es lo que produce el cinismo, pero ya empiezan a percibirse los primeros brotes. Este va a ser un año de brotes, incluso de brotes de locura.

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