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Botones falsos

Entré en la cabina del piloto de un Jumbo y observé el panel de mandos como el que intenta leer la página de un libro escrita en otro idioma. Aquel panel, no es que estuviera escrito en otro idioma, es que pertenecía a un alfabeto completamente extraño. Le pregunté al piloto si entre todas aquellas palancas y botones y relojes y manómetros había algo inútil, algo que no sirviera para nada, y se echó a reír. Todo tenía una función, un significado, todo se conectaba con las neuronas del motor oculto, con su musculatura, con su sistema óseo. No había una sola lucecita de adorno. De modo que cuando se producía un fallo, podías seguirle el rastro, llegar al origen de la avería y explicarla.

Hay días en los que uno se enfrenta a la realidad con el mismo asombro con el que un profano observaría el cuadro de mandos de un avión. No tiene uno ni idea de la función de este manubrio, de este manguito, o de este viaje de Rajoy a Grecia para apoyar la candidatura de Samarás (un ciego conduciendo a otro ciego). La diferencia entre el cuadro de mandos de la aeronave y el de la realidad, es que en el de ésta hay multitud de botones y palancas que no sirven para nada, que están ahí para despistar o a modo de adorno. Viene a ser como si el volante de un automóvil no estuviera conectado a las ruedas, de modo que al girarlo, más que torcer, creara en el conductor la ilusión de hacerlo. Asunto peligroso, pues se saldría de la carretera en la primera curva.

Pues eso es lo que hacemos, salirnos de la carretera todo el rato. ¿Por qué? Porque hay botones ilusorios en el panel, pues la realidad está llena de retórica hueca. No hay sabio capaz de explicarnos para qué sirve esto o para qué sirve lo otro, ni siquiera saben distinguir los instrumentos reales de los irreales. La caja de cambios está vacía. Cada canal de TV tiene un experto que nos explica minuciosamente la situación mundial como si él mismo supiera conducirla. Pero no existe nadie con ese talento. Aseguran los expertos que si los chinos decidieran de un día para otro poner a la venta toda la deuda americana que han acumulado, el dólar se vendría abajo en cuestión de horas. ¿Por qué? Porque el dólar, por poner un ejemplo, es uno de esos botones falsos del cuadro de mandos de la realidad.

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