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Jesús Civera

Hasta después del 24-M

Las defensas vienen reclamando desde hace dos meses un aplazamiento del juicio de Fitur dado que existen documentos de los que no disponen las partes. Pues nada, monada. El TSJ prefiere arrancar el juicio de Gürtel un día para, a las pocas horas, detenerlo hasta pasadas las elecciones para «garantizar al máximo el derecho de defensa de los acusados», como dijo ayer Pilar de la Oliva. ¿Es que la capacidad de seducción de los abogados de la red Gürtel ha hechizado a los miembros del tribunal o es que nadie ahí había hecho caso de los argumentos contrapuestos? La maquinaria judicial funciona mal, pero ademas es que, desde la transición sobrevive en una coraza artificial, como si estuviera al margen de las inclemencias políticas y sociales. Es el único estamento del Estado de Derecho -digámoslo con la terminología liberal- que enciende todas las luces rojas si le resbala alguna crítica. Observen lo que paso con la Fiscalía, el otro día. Los fiscales contestaron con un manifiesto institucional en protesta por los comentarios de los medios de comunicación. Protegieron a sus fiscales en un abrazo de fe corporativo a prueba de discordancias. Cuando algún fiscal, y evitaré dar más detalles, relata algunas estrategias o ciertos detalles a la oposición o a la prensa, la práctica entra dentro del orden natural de las cosas. Cuando desde la prensa se observan actuaciones contradictorias en los escritos fiscales, se considera un ataque. Otra prueba de las dificultades de esos órganos para asumir las normalidades, afianzar el debate -fuente de la democracia- y vencer los apriorismos.

¿O es que resulta sensato que Fernando de Rosa -al margen de que sea un excelente profesional, - desembarque como presidente de la Audiencia de Valencia? El refrán de «la mujer del César» es uno de más reaccionarios que existen, sí, pero la vida política se ha dispuesto sobre la ejemplaridad, sin términos medios, y De Rosa -como el tribunal del TSJ de Gürtel o los fiscales- no puede abstraerse de su legado y de la condición política. Quizás no tendría que ser así, pero lo es. Alguien, en el juicio de Fitur, intentó recusar al juez Climent, lo que dio pie al abogado del PSPV a proclamar que a Climent lo fichó Blasco, que pasó por la misma sala y no lo recusó. Y también aprovechó el abogado para hacer un alegato contra De Rosa. ¿Quién osa ofender al Climent de los ochenta si ante sus narices está el De Rosa del 2015? Surrealista. Todo. Comenzando por la suspensión del jucio de Fitur una vez iniciado, y su aplazamiento hasta después de las elecciones. ¿No es eso lo que quería el PP? ¿No era lo lógico? Siguiendo por la reunión de los fiscales contra la prensa, cuando en ocasiones los propios fiscales «utilizan» a la prensa. Continuando por la refutación a Climent, por ser en 1985 un funcionario de la Generalitat cuando ni Camps, ni Blasco, ni nadie han impugnado sus actuaciones. Y acabando po el aterrizaje de De Rosa, que es legítimo aunque chirría desde el punto de vista político. Y la política lo impregna todo. Si el TSJ aplaza el juicio de Fitur justo hasta después de las elecciones, ¿no está cumpliendo con las razones políticas? Y tanto. Si los fiscales proclaman su virginidad, y se enfadan, ¿piensan que están al margen del clima político, que lo devora todo? Ni De Rosa, aunque le asiste la razón «jurídica», puede impedir que se le rebata su neutralidad «política». Como se le rebatió a Garzón, por cierto, y eso que no se afilió al PSOE.

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