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Vuelo reflexivo

Si las elecciones andaluzas o el caos fratricida de Siria eran tan importantes, hay que preguntarse por qué desaparecieron, de repente, de los noticiarios televisivos eclipsados por el accidente de Germanwings. Una pista: no tiene que ver con el periodismo, los periódicos sí que atendieron los otros temas. La cosa empezó con el terror en directo del 11S y, antes, con el luto universal por lady Di, aunque sigamos sin saber cuál fue la vacuna, antibiótico o galaxia descubierta por aquella princesa, antes importante, tan solo, para las revistas de peluquería (todos mis respetos: cubren un hueco, nunca mejor dicho).

Un desastre aéreo es una conmoción, pero no es una matraca necrófila que colonice todos los espacios del ánimo con un botellón insomne de mal vino. Hasta los familiares de las víctimas hubieron de pedir un poco menos de condolencia de los reporteros in situ. Todos los funerales de Estado se parecen, pero es la última vez que se lo permiten. Duelo solemne. Reyes y primeros ministros. Discursos. Ahora parece que lo importante es la seguridad en las cabinas y no explicar cómo en un vuelo donde los pasajeros son escarbados hasta el último sobaco, puede ponerse a los mandos un señor con contrato temporal, depresivo atiborrado de pastillas y delirios de grandeza „«voy a cambiar el sistema»„ sin que se entere la compañía o los médicos lancen la alarma.

Claro que a lo peor François Hollande, que ya cogió el tranquillo con Charlie Hebdo, le ha explicado a su colega Rajoy las bondades de las exequias solemnes para remontar una situación política adversa. A la káiser Merkel tampoco le habrá venido mal un gesto compasivo para con los otros europeos. Aunque aquí seguimos sin saber si se podría haber evitado el accidente de metro de Valencia o por qué Federico Trillo pudo entregar puzles de cuerpos ajenos a las familias de los militares muertos en el Yak 42. Impunemente. Los accidentes suceden y majaras hay en todas partes: tratar de ser el capitán de tus anhelos, el comandante de tu vida, tiene más mérito y es más difícil que pilotar un avión.

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