La crisis que se inició en 2008 ha tenido un fuerte impacto en la industria valenciana, que ha registrado desde entonces una caída muy intensa, de cerca del 30 %, tanto en valor añadido como en empleo. No obstante, la crisis ha inducido, o acelerado, procesos de cambio estructural que están prefigurando un nuevo modelo industrial visible tanto en su dimensión sectorial como en la territorial. A grandes rasgos, estos procesos en marcha se resumen en tres conceptos: intensificación tecnológica, internacionalización y metropolitanización.

Las actividades de intensidad tecnológica media-alta, en nuestro caso la industria química „el sector de esmaltes y fritas para la cerámica„ y la construcción de material de transporte „vehículos automóviles y sus componentes„ han tenido un comportamiento algo mejor, de forma que su peso en la industria regional ha crecido. Algunos otros sectores de intensidad tecnológica media-baja y baja, de carácter más tradicional y endógeno „en concreto, los transformados plásticos y el calzado„ también han mostrado una mayor, y excepcional, resiliencia. Estos sectores que se han mostrado más competitivos durante la crisis, comparten además una creciente proyección exterior, con cifras de exportaciones que superan ampliamente las registradas con anterioridad a la crisis.

La dimensión territorial del desplazamiento tecnológico hacia sectores de mayor intensidad tecnológica se plasma en una tendencia a la aglomeración de la actividad industrial en la región metropolitana de Valencia. Según esta hipótesis, en términos generales, las economías de urbanización propias del área metropolitana estarían resultando más efectivas que las de especialización, propias de los distritos industriales, al menos en ausencia de una política que potencie las ventajas de éstos. No obstante, las tendencias territoriales son también ambivalentes, en la medida en que algunos de los distritos industriales están dando muestra de una cierta reactivación, caso del distrito cerámico de la Plana y su potente industria de esmaltes, de la industria del plástico en la Foia de Castalla, o de la industria del calzado en el Vinalopó.