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Ateneo de Sueca

Las Escuelas Jardín y el Ateneo fueron dos de los frutos de la sociedad de asistencia mutua que crearon en Sueca hace casi ciento cincuenta años, dos mil ciudadanos pertenecientes a la pequeña burguesía ilustrada y a la clase trabajadora. Un empuje con este vigor es difícil de imaginar desde el solipsismo actual de zombis perdidos en las grandes superficies, pero ocurrió. Fue el segundo experimento de este tipo tras la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia. El tercer intento fue el de Alcoi.

Las Escuelas, que han alfabetizado a un buen número de hijos de las clases populares, en su sentido más amplio, siguen como centro concertado, sin mayores agobios, aunque el Ateneo, devuelto a sus propietarios tras incautarse de él los vencedores de la Guerra Civil, arrastra una vida macilenta y gris, con riesgo para una obra que firmó el ocurrente arquitecto Joan Guardiola y decoraron Regino Mas y Alfredo Claros. Hace poco visité en Roma la monumental sinagoga de su judería a la que se califica de «orientalizante, babilónica y neo-asiria» y que es anterior: los tres calificativos le cuadran al Ateneo, aunque el monumento romano está relamido y el de Sueca, que es de cemento, se resquebraja con la oxidación del hierro, y las reparaciones van a menor ritmo. He aquí una tarea digna del nuevo Consistorio. Después de mayo.

Unos salones nobles a tres pasos del ayuntamiento, podrían albergar todo tipo de actividades, pero han perdido hasta a los billaristas y a los colombófilos (la peña taurina se evaporó antes). Un grupo de directivos se propuso poner al día las cuentas y la gestión y, por dos veces, han sido destituidos de sus cargos, la última vez el lunes 30 de marzo, aunque la primera decisión ya fue desautorizada por el TSJ. Reuniones sin orden del día, cuentas particulares con dinero social y opacidad son algunos de los males que señalan los denunciantes, a quienes en lugar de escuchar, se les interroga por su fuente de su información ¿Les suena? No dudo que todo sea legal, pero sin transparencia la confianza se mella y la capacidad de tratar con los poderes públicos, decae.

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