Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Julio Monreal

Chiringuitismo electoral

Se iban a acabar para siempre la paella y otros elementos singulares del modo de vida valenciano. Zapatero, retratado con cuernos y rabo, conducía una grúa gigante con ruedas de oruga con la que iba a arrasar todos los merenderos del paseo marítimo de Valencia, Pinedo y El Saler. Y por ese motivo (entre otros, se supone) tenía que ganar Rajoy las elecciones de 2011: para restablecer la seguridad, las garantías y la paella amenazadas por la espada de Damocles que pendía sobre los chiringuitos de playa.

Pero como todo acto exagerado, secundado por quienes recibieron incluso premios por jalearlo, la realidad era tozuda y acabó siendo distinta. La Demarcación de Costas de Rajoy ha resultado tan restrictiva como la de Zapatero o más, y ahora impone unas medidas que reducen el tamaño que los merenderos iban a tener bajo la bota socialista, y todo bajo la misma premisa, la menor ocupación posible del espacio público. Todo el que acuda a la Malvarrosa en un día de playa comprobará que hay zonas en las que es necesario sortear terrazas para llegar a la arena.

La alcaldesa Barberá confiaba mucho en Rajoy, pero a su Valencia no le ha ido demasiado bien incluso en cosas que no costaban dinero. Casi todo lo que se iba a arreglar con su llegada permanece igual: Chiringuitos más pequeños; el plan del Cabanyal continúa perdido por los despachos de Wert; no hay estación ni túnel para el AVE y el Parque Central no acaba de arrancar; el corredor mediterráneo avanza a paso de caracol mientras otros (gallegos y centrales) parecen ir sobre liebres; el puerto continúa reinando en la Marina Real y Valencia sigue debiendo los 400 millones del crédito para la Copa del América que Zapatero concedió y Rajoy tenía que condonar. Ni siquiera se ha resuelto el problema de competencias sobre la rotonda de acceso a Valencia por el Norte, con esa torre mirador cuyo ascensor lleva más de tres años en todo lo alto porque nadie pone bedeles que lo conduzcan (ni falta que hace).

Compartir el artículo

stats