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Arriba y abajo

Dice una máxima del periodismo que los hechos son sagrados y las opiniones, libres. Así que primero los datos: la audiencia ha bendecido el estreno de Allí abajo con un éxito de los que hacen época. Antena 3 no se conformó con anunciar la serie a bombo y platillo. Por si alguien escapaba, tenía el mismo menú en Neox y Nova. Sumando los tres canales fueron 6,3 millones los espectadores, el 32,4% de los que estaban frente a la tele. Desde Aída, en 2005, no había un debut igual y en Antena 3 hay que remontarse 20 años para encontrar un triunfo mayor: el de Lina Morgan Compuesta y sin novio. Sí, la hemeroteca puede ser cruel.

A partir de ahí, mi impresión es que no fue para tanto. Y por mucho que digan sus creadores que nada tiene que ver esta ficción con Ocho apellidos vascos, se ha contagiado del fenómeno y de la bendición del público. Aunque hay que destacar que Óscar Terol, guionista y actor, ya se reía de lo vasco en ETB cuando ETA y el mundo abertzale no daban tregua. Su Vaya semanita hizo época y traspasó las fronteras vascas. Ahora las vuelve a traspasar para emparentar con los andaluces en un duelo de tópicos en el que el sur sale peor parado.

Lo mejor de la serie es que tiene gracia, claro que sí, aunque sea a base de estirar los estereotipos sin mesura. María León brilla más que Jon Plazaola y lucen los secundarios, aunque a Mariano Peña le delata un imposible acento andaluz como a Viggo Mortensen su castellano en Alatriste.

En Andalucía y Euskadi la broma ha caído en gracia, aún con mayor audiencia. ¿Pasaría lo mismo si retrataran con guasa lo valenciano? Habrá que esperar para saberlo. Desde Cañas y barro hasta Crematorio son más memorables nuestros dramas.

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