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Isabel reina en "El Hormiguero"

Si no acude la reina doña Letizia a El Hormiguero dudo que veamos en el programa de Pablo Motos otro traje tan a medida como el que le prepararon a Isabel Preysler. El esfuerzo tuvo recompensa, batiendo su récord histórico de audiencia y demostrando que no hay estrella de Hollywood que valga cuando se compara con la más famosa de las famosas de España. Que por algo estamos hablando de ella y la revista ¡Hola! es un invento español.

La ex de Julio Iglesias llevaba veinte años sin ir a un plató, tal vez por si no la sacaban de su lado bueno. Lo resolvieron sentándola donde siempre lo hace el presentador, para lucir el mismo perfil que exigía Eduardo Zaplana cuando dominaba Canal 9. El derecho, por supuesto. Tuvieron el detalle de explicarlo de inicio, como también promocionaron sin tapujos las cremas a las que da nombre Isabel Preysler. Para eso la famosa por antonomasia accedió a ir a la tele. Queda la duda de hasta dónde llegaban las exigencias y la certeza de que Pablo Motos, tras comer con ella en su casa para preparar la entrevista, salió de la experiencia convertido en su admirador.

La cosa tenía su morbo. Toda la vida viéndola en portada y apenas hemos escuchado su voz. Era la ocasión de hacerlo y de verla sin su Photoshop de cabecera. La elegantísima viuda de Miguel Boyer estuvo simpática pero sin excesos, comedida como su vestuario de negro riguroso, y no evitó las preguntas ni sobre Florentino Pérez. La entrevista estuvo muy medida y resultó algo extraña para El Hormiguero, que se apuntó un exitazo a costa de perder parte de su identidad. El espectáculo se sacrificó hasta quedar descafeinado, sin sorpresas ni naturalidad.

COHIBIDOS. Las alabanzas a Isabel Preysler fueron constantes: a su figura, a su elegancia, a su capacidad para comer y no engordar, a sus pastillas, a sus hijos, a su batido de frutas y verduras... Nunca han sonado más falsas las risas de Trancas y Barrancas, cohibidas ante el despliegue de artificio. De manera llamativa rebajaron las secciones de Jandro, Marron y el Hombre de Negro a su mínima expresión y, curiosamente, ninguna de las guapas del programa hizo sombra el martes por el plató. Aunque Motos llegó a cogerla por la cintura en un arrebato de cercanía, los colaboradores masculinos tampoco le dieron los dos besos habituales a la invitada, limitándose a estrecharle la mano. Aunque no hubiera desentonado, afortunadamente no llegaron a besársela. Fue como si entre bambalinas Richard Gere reinterpretara sus palabras de Pretty woman: «Nos gusta que nos hagan la pelota, vamos a dejarles una cantidad indecente de audiencia en este programa».

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