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Sant Vicent no bendice desde su púlpito

Sant Vicent Ferrer siempre que pasaba por la calle de la Bolsería, al llegar a una determinada casa, se quitaba la capucha a manera de saludo, porque, al decir del santo dominico, «de ella ha de nacer un gran siervo de Dios, que ha de ilustrar mucho la Iglesia». Aquel sería Jayme López, nacido el 16 de julio de 1616, cuyo 400 cumpleaños se cumplirá el próximo.

A los 15 años ingresó en el convento de los Agustinos. Enseñó Filosofía y Teología en los conventos de su Orden en Alcoi, Xàtiva y Valencia.

En 1654, el Consell de la Ciutat le pidió se encargara de la Cátedra de las Sentencias de la Universidad de Valencia. Tres años después fue elegido Prior del Real Convento de San Agustín de Valencia y, posteriormente, Definidor de la Provincia de Aragón.

De él cuenta Vicente Ximeno que «lo que le hizo mas famoso y venerado de todos fue su Predicacion Apostolica, acompañada de una exemplarisima vida, de un ardentissimo zelo, y de una tan extraordinaria fuerza, y energía en sus palabras, que arrebatava poderosamente los corazones de sus oyentes para convertirlos a Dios, y sacarlos de las gargantas del Infierno». Fue aclamado «por un segundo san Bernardo, y por uno de los mas utiles Predicadores de España». Murió el 1 de marzo de 1670, a la edad de 54 años.

Sentía gran devoción por Sant Vicent Ferrer y con frecuencia se le veía orar ante su imagen. Dícese que se le apareció en diversas ocasiones el santo dominico. Un día que fray Jaime iba a la iglesia de san Martín a predicar le dijo: «Huy predicaràs el sermo que yo et dictaré». Y ya en el púlpito se lo dictó palabra a palabra «y a cada palabra era como una encendida flecha, que inflamava y heria los corazones en favor de Dios». En otra ocasión regresaba de Alcoi de predicar, pero no había podido hacerlo sobre Sant Vicent, por lo que iba malhumorado. Por el camino, precisamente el día de su fiesta, se le apareció el santo y le dijo que no estuviera preocupado, pues ese mismo día predicaría. Al llegar a Almussafes se enteró que el predicador que habían contratado no acudió, haciéndolo él.

Un día que debía predicar en la Catedral de Valencia, al pasar frente al púlpito, construido en el siglo XV, de Sant Vicent hizo una reverencia como saludo y al ser preguntado por ello, el agustino dijo que «por aver visto en él a san Vicente, quien acostumbra a dar desde allí su bendición a los que predican al alma; no a los vanos y curiosos, cuyos sermones se desvanecen como el humo».

Los famosos sermones manuscritos de fray Jayme López, más de un centenar, en seis tomos, se sabe estuvieron en el Convento de Agustinos de Xàtiva, los cuales fueron llevados a la imprenta a mediados del siglo XVIII. Entre sus obras literarias, de corte místico todas, destacan los «Canticos de amor a Christo Señor nuestro y a su Madre santissima», «Coloquio entre Crhisto y la alma santa» y «Relox espiritual de la Passion del Señor».

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