Domingo noche y víspera de festivo, toca cenar fuera. Toni, Manu, Elena, Josevi y una servidora. Muchos temas de conversación con uno claramente dominante. El nivel de frikismo de este grupo es más que considerable, así es que entenderán ustedes que dejemos a un lado portadas de periódicos para hablar de lo que de verdad nos quita el sueño... Mantenernos despiertos para ver a las tres de la madrugada el primer capítulo de la nueva temporada de Juego de Tronos. Oh Dios mío, nivel de excitación volando muy alto, casi tanto como los dragones de Daenerys.
Pero la pregunta de qué pasará en unas horas en el mundo de los Siete Reinos recibe una rápida respuesta. «Tía se han filtrado los cuatro primeros capítulos, yo ya he visto el primero». Anonada me hallo. Diremos el pecado pero no el pecador. «¡Calla! ¡No me cuentes nada maldito. Intenta reprimir, aunque sea un poco, tus ansias de spoilear!»
La conversación cambia de repente y el inminente estreno de GOT pasa a un segundo plano. Y créanme cuando les digo que me duele mi friki corazón. Quien filtra los capítulos de una serie no las ama como es debido. Y no les hablo ya de la piratería, de los miles de dólares que hace perder a quién la produjo, bla bla bla... Les hablo de la esencia, del sentimiento, de la ilusión, de sorprender y de ser sorprendido.
Las series están hechas para disfrutar en pequeñas dosis, cincuenta minutos a la semana... Y punto. Saber que en Internet tienes al alcance de un torrent cuatro horas de la ficción que llevas esperando un año es equiparable a pedirle a un niño que no abra los regalos de Navidad hasta Reyes, por poner una fecha, o sea, duro de narices. Pero si es usted de los que ama las series le pediré un favor, no se adelante a lo que todavía no debería haber llegado. Hágalo por usted. Alargue el placer de un capítulo durante una semana entera. Prolongue el momento. Ya sabe que eso solo trae cosas buenas.
