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Julio Monreal

Las listas más difíciles

Con unas perspectivas a la baja, Alberto Fabra ha cerrado unas listas con los núcleos duros del Consell y del PP fiando la campaña a la limpieza a falta de logros económicos

Fabrá que reconocer a Alberto Fabra su coraje para cuadrar las listas electorales más difíciles desde que el Partido Popular gobierna en la Comunitat Valenciana, hace más de 20 años. En todas las anteriores, las candidaturas podían considerarse expansivas, había sitio para todos, y quien no entrara como diputado accedería como asesor, o como alto o medio cargo en un Ejecutivo con una cómoda mayoría absoluta. Ahora, sin embargo, las encuestas marcan horas bajas, merma de asientos populares en las Corts, y fiel prólogo de esos sondeos ha sido el goteo de personas con responsabilidades políticas y técnicas que en los últimos doce meses han abandonado para regresar a sus puestos en la función pública o la empresa, alejándose de posibles horas amargas.

Posiblemente por esas previsiones a la baja, las listas elaboradas por los populares a la Cámara autonómica están encabezadas por los núcleos duros del partido y del Gobierno, y no son tan floridas como las que rebosan juventud y novedad, las de los partidos rivales, aunque Fabra ha decidido incorporar como independiente a la abogada María José Ferrer Sansegundo, dando así réplica al socialista Ximo Puig y sus apuestas por María José Mira o Fernando Delgado. Atrás quedan para los populares el campsismo y los imputados, estos últimos objeto de una promesa política que se ha convertido, a falta de gestión económica, en la principal baza del presidente para iniciar la campaña. Durante muchas convocatorias, los conservadores valencianos llevaron al notario sus programas electorales como garantía previa de cumplimiento.

Superado ese engorroso trámite, con el que quedan mal gobiernos de cualquier signo, la de 2015 será la campaña del «si me imputan me marcho», una promesa de lealtad que todos los candidatos tendrán que rendir ante su partido, que ha pagado muy caros los errores de quienes decidieron que había que enrocarse.

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