Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Rodrigo, sé fuerte

Rodrigo Rato despertó ayer bruscamente de su sueño de estar viviendo en un paraíso fiscal. «Los ricos juegan con otras reglas» no es una frase de Pablo Iglesias, sino de Obama. Por si las ventajas fiscales abreviadas en las sicavs no ofrecieran un blindaje suficiente contra el populacho obligado a pagar impuestos, el hombre más poderoso de la historia económica española debía disfrutar de un tratamiento preferente al margen de la ley. De la ley que juró aplicar.

Difícilmente exigiría Rato a sus conmilitones una pulcritud fiscal que él violaba impunemente desde la cima. De repente, se entiende que Francisco Correa no se molestara en rellenar la declaración de la renta mientras su silueta relucía en el «couché» de la boda del Escorial. De hecho, en las grabaciones ordenadas por Garzón se escucha al líder de la Gürtel quejándose de que ha perdido el amparo tributario.

De repente, encaja que a Gerardo Díaz Ferrán le saliera la declaración a devolver. Y que Jaume Matas se presentara con desparpajo ante el juez Castro, para confirmarle que defraudaba sistemáticamente a Hacienda. Rodrigo Rato no solo ha conseguido que nadie pronuncie ya su apellido en masculino, sino que las corrupciones más rocambolescas pasen de quiméricas a probables. Ha desbordado a su hasta ahora inalcanzable colega Strauss-Kahn.

Los camaradas Rajoy y Montoro diseñaron obedientes una amnistía fiscal a imagen y semejanza de Rato. Sin embargo, el deterioro del Gobierno se acentuó, y el todopoderoso vicepresidente fugado del FMI ha llegado al punto de su carrera en que solo puede aspirar a un mensaje desde La Moncloa. «Rodrigo, sé fuerte».

Escénicamente, la caída de Rato supera en impacto al desplome de un Rajoy a quien siempre aventajó en la estima de las huestes populares. La corrupción personalizada no se rubrica ahora como íntimamente ligada a los dirigentes populares, sino como ingrediente de su ADN.

Así se incuba una nueva decepción para Esperanza Aguirre, mientras en las habitaciones llenas de humo se estudia la destitución de los jueces que se atrevan a actuar contra Rato.

Compartir el artículo

stats