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Él es rico

Si haces una caja cuadrada, debes crear elementos con ángulos rectos para que entren ella», decía Alberto Manguel en una entrevista recientemente publicada. Y añadía: «Si crean una sociedad de consumo, deben crear consumidores». La lógica es revolucionaria, lo pone todo patas arriba y genera ríos subterráneos de humor. ¿Te imaginas un constructor de ataúdes hexagonales? Por algo las sombrereras son redondas y los envases de muñecas rectangulares y las cáscaras de las judías verdes tienen forma de vaina. Lo raro es que estamos empeñados en la construcción de una sociedad de consumo sin consumidores. Ahí es donde el capitalismo se colapsa, como algunas estrellas, para convertirse en un agujero negro llamado también «economía financiera». Del colapso del capitalismo (salvaje o con rostro humano, lo mismo da) nace la especulación. Los fondos buitre no necesitan consumidores, sino políticos dóciles a los que comprar, pongamos por caso, por dos duros viviendas de protección oficial con las que sacar la sangre a los que ya no se les puede sacar el dinero: a los exconsumidores. El momento político actual es claramente de colapso económico y mental, pues no es raro que ambos agujeros negros se produzcan a la vez.

Veamos otro ejemplo: en esta campaña o precampaña de la gincana electoral que nos aguarda, se empieza a hablar mucho de patriotismo. Ahora bien, si excitas el patriotismo, deberías exhibir un poco de soberanía. No se puede afirmar que las órdenes económicas vienen de Bruselas al tiempo de avivar la llama del orgullo español. En definitiva, que se menciona mucho España para ocultar que somos Alemania, quizá una colonia alemana, pero Alemania al fin. ¿No sería más lógico entonces que cultiváramos el orgullo de ser alemanes?

Todo es muy confuso. El gobernador del Banco de España, un líder monetario donde los haya, ha mostrado en público una ecuación según la cual patriotismo, entre nosotros, equivale a pobreza. A más recortes en sanidad, educación y salarios, mayores cantidades de patriotismo. Un verdadero español, ha venido a decir, debe ser pobre. Lo curioso es que él es rico.

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