L­a atmósfera terrestre es un conjunto de gases, en su mayoría nitrógeno y oxígeno, concentrados en su parte inferior. Estos gases están en movimiento, en un intento de compensar las diferencias en la distribución de la energía solar sobre el planeta. Es la causa inicial del tiempo y de su promedio, el clima. Las regiones ecuatoriales y tropicales reciben más energía que las polares. Las horas de sol son las mismas, la mitad del año, pero a menor latitud los rayos caen más perpendiculares y, por tanto, tienen un mayor poder calorífico, al atravesar menos atmósfera y calentar menos superficie. Así, una región polar recibe apenas 70 calorías kilogramo (la cantidad de calor necesaria para calentar un kilo de agua un grado centígrado) por centímetro cuadrado, mientras el Sahara oriental, a latitudes más bajas y sin nubosidad, obtiene 220. Efectivamente, al factor solar, externo, hay que añadir la nubosidad, factor interno, para tener una idea clara de la distribución energética sobre la superficie del planeta. En las altas latitudes polares, las zonas con menor radiación son los océanos, susceptibles de mayor inestabilidad y, por tanto, nubosidad. Al contrario, en las regiones intertropicales, la menor radiación se alcanza en los continentes, que se calientan más rápidamente, favoreciendo la convección y la formación de cúmulos de desarrollo vertical. La cuenca del Amazonas recibe 120 kcal/cm2, poco más que los 140 de Castellón, 4,000 kilómetros al norte del ecuador. Los valores máximos se dan en los desiertos subtropicales, que combinan la efectividad de rayos muy perpendiculares y la ausencia de nubosidad, especialmente sobre tierra. En la costa, el mar fresco forma nieblas que obstaculizan los rayos del Sol. Sigamos a la energía en movimiento.