El cincuentenario de la Fira del Llibre (¡bendito abril, benditos libros y benditos libreros!) me pilla leyendo Una investigación filosófica, pero no el libro de Wittgenstein, sino el de Philip Kerr: una novela negra, situada en un futuro que ya nos alcanzó y en la que el malo malote o serial killer tiene asignado el nombre en clave del filósofo austriaco de Cambridge, Wittgenstein: sangrientamente nuestro. Pura coincidencia. Lo cierto es que, si fuera cierto que «los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo» y que «lo que no podemos pensar no podemos pensarlo y que no podemos "decir" lo que no podemos pensar», sería también aproximadamente cierto que todo lo que puede uno leer, pensar y decir está en las 50 veces de la Fira, en las 50 vueltas al mundo de los libros. (Me han regalado, ¡bendita amiga!, Zona de obras o Zonas de obra, de Leila Guerreiro).

Uno de cada tres españoles cree que el Sol gira alre-dedor de la Tierra. Yo sé que es la Tierra la que gira alrededor del Sol, pero lo sé porque me lo han dicho. Mane-jamos información distinta, pero idéntico desconocimiento.

Dice Luis Salom, el responsable de las redes sociales del PPCV, en un tuit a propósito del tren de vida de la alcaldesa cuando viaja, que «este ayuntamiento es el único que da acceso a la oposición a todas las facturas. Ese paso no lo ha dado nadie más». Salom, cuya única aportación conocida a la política es haber registrado Guanyem para que los de Guanyem no puedan llamarse Guanyem, repite en su tuit los «aprioris» del argumentario de su partido. 1º, desvía la cuestión; 2º, hace una afirmación que no es cierta; 3º, se atribuye como mérito lo que es un deber, siendo lo contrario una falta o delito. Algo parecido a lo de E. Aguirre cuando se atribuyó el mérito de haber destapado el caso Gürtel o a lo que hizo el PP cuando se presentó en el caso Bárcenas como acusación anuladora defensora dilatadora. Incluso ahora, con las supuestas mierdas de Rato, González Pons nos mira como si fuéramos cobras encestadas, sacando pecho porque nadie del partido o del Gobierno ha impedido que emergiera el zurullo a la superficie mediática. En fin, es ese «velo de la ignorancia», no el de Rawls, el que permite a Rajoy aplaudir el coraje de Fabra para hacer frente a la corrupción o el que le hace decir a Fabra que «ha instaurado la ejemplaridad como forma de hacer». Como si no supiéramos que el más limpio es el que no ensucia, «que el mundo es la totalidad de los hechos» y que «sobre lo que no cabe hablar se debe guardar silencio».

Resulta que los de Podem no podrán llamarse Podem, como los de Guanyem no pueden llamarse Guanyem. También hay un recurso de «Escaños en blanco» contra «Votos nulos». Veremos.