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Saco de vientos

Hay una tradición literaria que suele presentar España, sea lo que sea (yo prefiero Españas, como Joan Romero), un gran país en todo caso, como problema, dolor, enigma o laberinto, que ya son ganas de joder, con perdón. Sin embargo, el momento político „que solo es un paquetito cuántico„ ha encontrado, en apariencia, su género: la novela negra. Cada día se publica la novela definitiva sobre la corrupción, y yo también he presentado la mía sobre la gusanera nacional, los políticos, los periodistas y los negocios, en la Fira del Llibre, poco antes de que empiece Valencia Negra que alcanza su tercera edición.

¿Su género? Lo dudo. Miren que la novela es distracción, juguete, complacencia. No es buen género para escandalizarse, para eso ya está la crónica, mucho más idónea. O como dice Anna Moner: «Me gusta que sepan que a esa chica tan dulce le encanta descuartizar a un personaje en las primeras páginas». Sí, la crónica puede contener mejor las andanzas venturosas (de viento) de Federico Trillo y Martínez Pujalte, que han conseguido arrimar el céfiro a su molino con más de un cuarto de millón (de euros) de beneficios, en el primer caso, y algo más que una propina (70.000 del ala), en el caso de Pujalte. Mucho menos que lo que gasta en ropero, bolsos, afeites y estética capilar, Rita Barberá, según testimonio y facturas presentados por la oposición.

De las razones y excusas que profieren los dos beneficiarios de la generosidad de las eólicas por sus labores de asesoría verbal „el verbo se hizo cheque„ se desprende la llamativa facilidad con que tan piadosos personajes se acogen a la ley (con olvido de la moral), quizás convencidos de que, en nuestro país, el fiscal, como dice Miguel Catalán, es el abogado de oficio de los pudientes. Como el presente, de forma inevitable, reelabora nuestro pasado, ahora ya sabemos lo que significaban las risas, en sede parlamentaria, de Pujalte mientras hablaba una víctima del 11M. Y que Trillo confunde a Shakespeare con El lazarillo de Tormes: al alba, con viento de levante, llené la saca.

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