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El boicot

El activismo en internet ha popularizado una fórmula cómoda de recoger firmas y promover causas. Telecinco y Cuatro, que tan bien usan las redes sociales para promocionar programas, sufren también campañas contra Sálvame, Mujeres y Hombres y Viceversa (MYHYV) o en favor de la readmisión de Jesús Cintora al frente de Las mañanas de Cuatro. Habrá mejores causas por las que luchar en la red, pero estas llamadas de protesta son una señal para Mediaset. La noria cayó de la parrilla tras un boicot.

Más de 150.000 firmas online piden la retirada de MYHYV desde que los seguidores del programa se mostraron insensibles ante el accidente aéreo de los Alpes. Pero el argumentario va a más: «porque no aporta nada a la sociedad y a la cultura española». Palabras mayores que, de aplicarse a los contenidos televisivos, nos dejaban poco más o menos con la programación de La 2, los informativos y alguna retransmisión deportiva. Sin entrar a especular sobre los intereses ocultos que puede haber tras una campaña así, debe quedar claro que la televisión es, ante todo, un divertimento.

No me parece que el boicot sea la mejor forma de contrarrestar un programa sobre jóvenes ligoteando en un plató que a muchos espectadores les gusta. El espectáculo de cuerpos esculpidos y operados hablando del amor cuando quieren decir otra cosa puede resultar deprimente para almas cultivadas, de acuerdo. Pero para formar a los jóvenes en cultura y valores mejor será apartarlos de las pantallas durante un rato e incentivar que lean algo más que el Whatsapp. No hay mejor boicot que cambiar de canal o apagar la tele. Sobre todo si tiene usted en casa un audímetro, arma más poderosa que el martillo de Thor.

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