El turismo es una actividad transformadora de la realidad territorial y socioeconómica , que constituye un factor de dinamización del desarrollo regional y, para una buena parte de ayuntamientos, de su desarrollo local. En el caso valenciano, semejante a otras comunidades de la cuenca mediterránea, asistimos a un modelo singular, en el que conviven dos ofertas diferenciadas, la hotelera y la residencial. Y un modelo territorial turístico, basado en el de sol y playa, el turismo urbano (la ciudad de Valencia) y el turismo de interior. Un modelo condicionado por la estacionalidad y cuya viabilidad ha necesitado de la expansión urbanística, espontánea, y la configuración de municipios con una función residencial predominante, diferente a la turística. Se trata de un sector de gran significado para la Comunitat Valenciana: 25 millones de pernoctaciones hoteleras, alrededor del 10% del total de las españolas, lo que equivale a la quinta posición regional por detrás de las comunidades insulares, de Cataluña y de Andalucía. El turismo valenciano representa alrededor del 13% del PIB regional y canaliza alrededor del 5% de las inversiones totales.

El modelo precisa de ciertos cambios para no agotarse y mantener su estatus de referencia en la estructura económica valenciana. Acciones que pasan por la identificación del comportamiento de los consumidores, pues se trata de una manera de consumir experiencias; la preservación de la relación calidad y precio, así como el fomento de la confianza del turista; la mejora de la competitividad y de la calidad del servicio; el impulso continuo de la innovación integral, que trate la organización de los recursos humanos, los canales de comercialización del producto turístico o el respeto del entorno natural y la sostenibilidad; el diseño de planes estratégicos participados, eficientes y asumidos por los diversos agentes políticos, económicos y sociales; y por el reconocimiento del papel fundamental de las administraciones locales.